domingo, 13 de diciembre de 2020

Una historia mágica que nunca ha existido



Muchosnombres.

"Muchosnombres" es una historia que mezcla el amor y el desamor, el sexo y la amistad, la paz y la guerra, la realidad y la magia. Nos muestra algunos de los cielos de la vida y, también, los peores infiernos que existen hoy sobre la tierra. Pero, sobre todo, es una historia mágica que transforma en posible lo imposible.

El protagonista de esta historia extraordinaria es Valentino, un periodista español que vive en Madrid y que, parte de su trabajo, consiste en hacer reportajes en zonas en guerras. También escribe para varios otros medios nacionales e internacionales. En este caso, parte de la narración está dedicada a una serie de seis entrevistas a seres humanos extraordinarios que ya no existen, pero que han influido enormemente en la cultura y el progreso de la Humanidad. Estas seis entrevistas se las encarga una revista femenina de lujo, que se publica en varios países del mundo. Gracias a su amigo Muchosnombres Valentino viaja en el tiempo y puede entrevistar a estas notabilidades cuando aún estaban vivas, en algunos de los lugares en que vivieron y donde, aún, se conserva la esencia y las claves de sus vidas.

Otro de los personajes importantes es Violante, el gran amor de Valentino. Es una mujer extraordinariamente culta y rica, propietaria de varias galerías de arte, pero que dedica gran parte de su dinero y de su tiempo a ayudar a los más necesitados.

También hay dos personajes básicos en la narración: Muchosnombres y el señor Destino. Muchosnombres, como él mismo se define, es "todotodo siempresiempre". Incluso usted, que ahora está leyendo este texto, también forma parte de él.

Muchosnombres afirma, y termina demostrándole a Valentino, que él nunca ha nacido, porque ha existido siempre. Por esta razón también él es el tiempo que, para nosotros los humanos es un concepto incognoscible  y que, para intentar entenderlo, dividimos en pasado, presente y futuro. Para Muchosnombres el tiempo tiene otro significado y es una realidad distinta. Lo mismo que la muerte. 

Además Muchosnombres es infinito: no tiene principio ni fin. Sería fácil decir: "entonces es Dios". Pero no lo es. Es sólo un ente que, además de ser eterno, lo ocupa todo, razón por la que no puede existir la nada. Muchosnombres no es sólo el universo que, según algunos científicos comenzó con el Big Bang ocurrido hace 13.700 millones de años, singularidad con la que habría comenzado el tiempo y el espacio. Muchosnombres le explica a Valentino que 13.700 millones de años es mucho menos que un instante. También afirma que no ha habido sólo un Big Bang, sino que estos sucesos ocurren periódicamente. También dice que nuestro universo, el que nosotros conocemos como tal, es sólo uno más entre infinitos universos.

Otro personaje especial de esta narración es el señor Destino que es un empleado de Muchosnombres. Como su nombre lo indica, es lo que nosotros los humanos llamamos "destino", que son las fuerzas sobrenaturales que actúan sobre nuestras vidas y que nos hacen ser quienes somos: sanos o enfermos, inteligentes o retrasados, pobres o ricos, felices o infelices.   

Pero lo más sorprendente de esta historia es el final inesperado que tiene y que escribí el mismo día en que comencé este blog. Este final inaudito sólo lo conozco yo, pero todos podrán leerlo cuando termine esta aventura.   
  

 

lunes, 31 de agosto de 2020

Un fin de semana en Barcelona.

 


Fotografía realizada por Aquiles Torres


Entrada 59

 

 

Cuando Violante terminó de darse su baño, envuelta en su bata, se dirigió a juntarse con Valentino. Nuevamente lo encontró dormitando, mientras la tele continuaba informando sobre sucesos terribles en todos los rincones del mundo. No lo despertó. En silencio fue a la cocina a preparar una cena ligera. Cortó dos lechugas romanas, las lavó y las puso a escurrir. Cogió un gran bol de cristal y agregó aceite de oliva extra virgen, mucho limón, una pizca de sal, algo de miel, aceitunas gordal sevillanas sin hueso, daditos de queso de cabra y anchoas Sanfilippo. Cuando estuvieron todos los componentes en el cuenco los removió varias veces con una cuchara de madera. Sólo entonces agregó las dos lechugas troceadas y volvió a revolver. Probó la ensalada y agregó sólo un poco más de sal y unas cuantas pasas Corinto.

 
Luego extendió el mantel y puso las servilletas, la vajilla y los cubiertos. Sacó la botella de vino que ya estaba abierta, más dos copas limpias. Y agregó una fuente con melocotones maduros y uvas blancas. Apagó la luz y encendió dos pequeños candelabros que le daban un tono mágico al habitáculo. Sólo cuando estuvo todo a punto despertó a Valentino.

- ¿Has preparado la cena? – preguntó Valentino.

- Sí – contestó sonriendo Violante.
- Perdona, aún estoy un poco aturdido por mi siesta ¿Celebramos algo?
- Celebramos  por lo que tú me dijiste antes de irme a tomar el baño. ¿Recuerdas?: “porque nos amamos”. ¿Sabes que cuando estoy contigo no necesito a nadie más junto a mí? Eres como mi universo.

- A mí me sucede lo mismo, cariño. El amor es como un milagro. ¡Y es un bien tan escaso!
- Así es. Mira tú que hay seres humanos en la tierra y que justo fuéramos a coincidir tú y yo en el tiempo y en el espacio y, además, que llegáramos a sentir amor el uno por el otro.

- Tienes razón; es increíble.

- Pareciera que el amor correspondido está en todas partes y, por desgracia, no es así.

- El amor genuino, el de verdad, es un bien muy escaso.

Primero brindaron, y luego se sirvieron la magnífica ensalada.


- ¡Mmm! ¡Está deliciosa! ¿Cómo se llama?
- No tiene nombre, la acabo de inventar.
- Entonces se llamará “Ensalada Violante”. ¿Te parece bien?
- Me gusta la idea. La próxima deberás inventarla tú.
- Acepto el desafío; te sorprenderé. La mezcla que has hecho genera un sabor delicioso. Me gusta el fondo de miel con anchoas y el queso de cabra.
- ¡Salud, amor!

- Salud, Violante.

 

Mientras cenaban hablaron de sus cosas. Violante le contó que debía ir a Barcelona a una reunión por temas de su galería de arte y de su fundación.


- ¿Tienes algo que hacer el viernes? – le preguntó a Valentino. Y, a continuación, le pidió que pasaran el fin de semana juntos en Barcelona.
- Me gusta la idea, pero quería cerrar la entrevista a Gutenberg. Me comprometí a ir a la redacción de la revista la próxima semana. Además de entregar la entrevista debo elegir las fotografías que ellos han preseleccionado. Pero es una buena idea que te acompañe. Me llevaré el computador y trabajaré en el hotel mientras estés reunida.
- Gracias por aceptar la invitación. Después de las reuniones han organizado una cena. ¿Quieres asistir?
- No. Prefiero que nos quedemos el fin de semana y aprovechemos a hacer un poco de turismo. Incluso el sábado nos podemos dar el lujo de levantarnos sin apremio.

- Vale. Haré las reservas de los vuelos y de la habitación en el mismo hotel de las reuniones.

El viernes tomaron el avión del puente aéreo

de las ocho de la mañana y a las diez ya estaban registrándose en un hotel de Paseo de Gracia. Valentino se quedó trabajando la entrevista en la habitación y Violante subió a la planta de la reunión.

A las siete de la tarde Violante regresó a ducharse y a cambiarse ropa para asistir a la cena. Valentino pidió al servicio de habitaciones unos bocadillos, cerveza y café. Cuando la muchacha regresó encontró al periodista mirando una documental sobre la Segunda Guerra Mundial.
- ¿Has avanzado en tu trabajo? – le preguntó. 
- Mucho. La entrevista ya está casi terminada. Hace media hora me han llamado de la editorial para que confirmara la cita y aprovechamos a conversar sobre algunos detalles del contenido y les han gustado. ¿Y qué tal te ha ido a ti?
- También me ha ido bien. Ahora han entrado los franceses en el proyecto. ¿Sabes? en la reunión también participaron los propietarios de una galería arte de Barcelona y al finalizar me pidieron una reunión privada. Su objetivo es que me asocie con ellos. Aunque los oí sin ningún compromiso por mi parte, la próxima semana me mandarán un dossier completo a Madrid. También me presentaron la nueva página Web que han diseñado y me ha encantado. Hablaré con mi oficina para que investiguen la sociedad. Si la empresa es solvente estudiaré la posibilidad de hacer una pequeña inversión en este proyecto. Por lo menos lo que he visto me ha gustado, sobre todo porque trabajan con talentos emergentes del Tercer Mundo.

- ¿Los conocías?
- Algunas referencias tenía de ellos. Pero ya te dije que sólo hoy me hablaron de su interés para que me una a ellos.

- ¡No paras, Violante!. ¿Es que no es bastante con todo el trabajo que tienes ahora?

- Amor, por favor, dejemos el trabajo a un lado y aprovechemos estos dos días sólo para nosotros. ¿Vale?
- Vale, vale. ¿Bajamos a caminar un rato?

- No, afuera amenaza tormenta, prefiero que veamos una película de amor.

- ¡Qué buena idea! Me gustan las películas de amor.

jueves, 20 de agosto de 2020

Valentino regresa a Madrid.

 


(Fotografía realizada por Aquiles Torres)


Entrada 58. 

 

Apenas Valentino regresó de su viaje al pasado a su departamento de Madrid, antes de abrir su computador y su IPhone, se dirigió a la cocina, eligió una botella de vino blanco pescador, escanció una copa y se la llevó al salón.

Primero invirtió unos cuantos segundos en percibir el aroma del caldo y luego lo degustó  con deleite. Mentalmente, lo comparó con el vino especiado que le habían servido en el taller de Johannes Gutenberg, varios cientos de años atrás en el tiempo. ¡Qué diferentes le parecieron!

Se sentó en un sillón y comenzó a pensar cómo había cambiado, para bien y para mal, el mundo desde ese 1455 que acababa de dejar atrás. Y cómo el hombre, un ser vivo, aparentemente, tan vulnerable comparado con varios otros animales con los que ha compartido el planeta, había sido capaz de sobrevivir y progresar como especie. Centrado en la imprenta de Gutenberg pensó en algunos de los ingenios creados por el ser humano, desde la rueda a la sonda Voyager 1, que es el objeto fabricado por el hombre que más alejado está de la tierra, y que ahora, casi medio siglo después de ser lanzada, continúa navegando en el espacio interestelar.

 

Cuando dejó de lado sus pensamientos sobre el progreso humano, tomó el mando de su equipo de música, eligió un disco compacto y lo instaló en la ranura del aparato. Apretó el botón y, como el sol entre las nubes de un amanecer, comenzó a emerger la voz de Tania Libertad interpretando “Concierto para una sola voz”. El periodista apoyó la cabeza en el respaldo de su butaca. Comenzaron a caerle unas cuantas lágrimas por las mejillas y pensó: “¡Qué feliz soy! ¡Tengo miedo de ser tan feliz!”.

 

Terminó de beber y cerró los ojos. Dejó la copa vacía sobre una mesita, se relajó y, con placer, comenzó a quedarse dormido. De no haber sido por una llamada a su teléfono móvil, probablemente, hubiera continuado así por horas. Valentino, aún medio dormido, contestó. Era su madre.

– Hola, hijo querido, sólo quiero saber cómo estás.
- Hola, madre. Estoy bien. Por tu voz percibo que estás preocupada. ¿Es por mí?
- Sí, es por ti. ¡Ingrato! Te pierdes por semanas, hijo. Hace diez día que no sabemos nada de ti. Entendemos que tienes mucho trabajo y eso es bueno para ti, pero aunque no pueda verte tanto como quisiera, por lo menos quiero oír tu voz.
- Tienes razón, madre. Prometo comenzar a llamaros más seguido. No tengo ninguna justificación para no hacerlo. Pero aunque os llamo poco, te prometo que cada día pienso en vosotros.
- Pero ¿estás bien?
- Sí, madre. Pocas veces me he sentido mejor. Acabo de llorar un poco mientras oía a Tania Libertad cantar “Concierto para una sola voz”.
- ¿Llorar un poco? ¿Es que estás triste, hijo?

- He llorado de emoción, de felicidad, mamá, de oír algo tan bello que me ha llenado el espíritu y el corazón de guirnaldas de flores. A veces las lágrimas endulzan, equilibran y temperan el espíritu. Nos hacen más humanos.
- ¿Seguro que estás bien, hijo?
- Sí, madre, sí.

- Me habías preocupado, hijo.

 

Luego hablaron de asuntos familiares y quedaron que en un par de semanas iría a visitarlos, a pasar un par de días con ellos.
- Cuando vaya iré con Violante. También ella quiere veros.
- ¡Qué bien que vengas con ella, hijo!. Hace mucho que no la vemos.
- ¿Sabes? Cuando vayamos me encantaría degustar esa tortilla de patatas que a ti te queda tan sabrosa.
- Te gusta porque la preparo con un componente secreto: cariño – y se puso a reír.

- Pues esta vez ponle el doble de ese componente secreto.
- Lo haré, Valentino, lo haré. También prepararé el postre que tanto os gustaba a ti y a tus hermanos cuando erais pequeños.

- ¡Mmm! Eso sería rizar el rizo.

Cuando cortó se quedó con un pequeño remordimiento en el corazón. Tras reponerse encendió la televisión justo en el momento en que comenzaba el telediario de la noche. La mayoría de las noticias eran pésimas: pandemias, huracanes, incendios, sequía en un lugar e inundaciones en otros, homicidios, robos, violaciones, drogadicción, guerras.
- ¡Qué mierda de mundo! Todavía el maestro Gutenberg no debe volver. Sus soñados tiempos de oro aún no han llegado – musitó Valentino y se volvió a dormitar.

 

Repentinamente se desperezó y abrió los ojos. Frente a él, mirándolo con amor, estaba Violante.

- Hola dormilón. Te he estado observando durante un par de minutos. ¡Con qué placidez dormías! – le dijo con cariño.
- Hola, mi Dulcinea. ¡Qué bella estás!
- Eres un adulador. Sé que no estoy bella. Estoy cansada. He tenido un día muy ajetreado y necesito darme un baño tibio. Y luego quiero mimos de una persona a la que estoy mirando.
- No creo que hayas tenido un día más movido que el mío - 
Le contestó Valentino con sorna.

- Cariño, pero si hoy ni siquiera has salido de casa.
- Eso es lo que tú crees. Espera, traeré la botella de vino blanco que dejé sobre la mesa de la cocina y brindaremos.
- ¿Por algo especial, mi periodista favorito? 
- Porque estamos vivos, porque estamos juntos y porque nos amamos ¿Existen razones más importantes?.