jueves, 9 de agosto de 2012


Hasta los gatos, que dicen 
que tienen siete vidas, mueren.

 Capítulo 36
 Fotografía realizada por Aquiles Torres


-       ¿Un viaje adónde? – Preguntó Valentino.
-       ¡Ah!....Sorpresa sorpresa. Digamos que será como nuestro regalo de cumpleaños.
-       ¡Gracias por acordaros!
-       ¿Tienes un lugar especial donde te gustaría ir?
-       Me da igual; de ti puedo esperarme cualquier cosa, pero me fío – Comentó Valentino dirigiéndose a la bella Muchosnombres. Y agregó – Ya viajamos en el tiempo cuando estuvimos en Atapuerca, y salí indemne.
-       Y también hicimos un pequeño paseíto por el espacio cuando fuimos en busca de las puestas de sol ¿Recuerdas?
-       ¡Cómo olvidarlo! Salimos desde Valencia, durante las Fallas del año pasado.
-       Todavía recuerdo la cara que pusiste cuando comenzamos a entrar en la estratósfera – Se mofó el señor Destino.
-       Mi reacción fue la de cualquier ser humano en esas circunstancias totalmente inusuales para nosotros; nadie de mi especie hasta entonces había salido a la estratósfera a cuerpo gentil.
-       Este viajecito también será insólito para ti. Incluso quizás te sorprenda más, porque no es un lugar – Dijo el señor Destino.
-       ¿No es un lugar? No entiendo ¿Se puede ir a un lugar que no es un lugar?
-       Si yo te invito sí puedes ir a un lugar que no existe. ¿Quieres que invitemos a  Michelle? – Le consultó Muchosnombres. Y agregó – Que aproveche porque tendréis la oportunidad de conocer algo por lo que varias veces me has preguntado.
-       ¿Seguro que ella no se morirá de la impresión?
-       ¡Valentino! ¿Cómo se te ocurre mencionar la palabra 
muerte cuando hablas conmigo? – Masculló sus palabras con tono malicioso.
- La menciono porque por desgracia, para mí la muerte es una realidad inevitable. A través de los tiempos para todos los humanos ha sido y sigue siendo una gran incógnita.
-       Por la misma razón ya debieras haberte acostumbrado, Valentino. Hasta los gatos, que vosotros decís que tienen siete vidas, al final mueren. Y te puedo asegurar que hasta ahora yo no he conocido ningún gato que se queje.
-       Ya me conformaría yo con tener siete vidas como un minino.
-       ¿Por qué tanto temor? Si convivís permanentemente con la muerte.
-       Incluso así, aunque convivamos con ella, es difícil acostumbrarnos a su presencia. Probablemente por lo desconocida que es esta dama para nosotros. Quizás si me explicaras qué es morir lo vería de otro modo.
-       Oye…oye…¿Me estás leyendo el pensamiento?
-       No puedo leer tu pensamiento si tú no quieres. ¿Por qué no eres generosa e intentas explicarme lo que te he preguntado?
-       ¡La muerte y dale con la muerte! Valentino, la muerte es sólo un cambio brusco.
-       ¿Un cambio brusco de qué? No me basta tu escueta respuesta; quiero saber algo más. Siempre esquivas mis preguntas contundentes. ¿Qué sucede después de esa incógnita? ¿Qué se ve? ¿Qué se siente?
-       Creo que ya te lo expliqué en otra ocasión en que me preguntaste por lo mismo. Es una desorganización total de todas las células de la unidad que ahora eres tú, es repartirse por el universo y pasar a formar parte de muchas otras “organizaciones celulares”, es disolverse en la totalidad de lo existente, es volver a ser de una manera distinta, es encadenarse a toda la realidad de una manera diferente, es dejar de tener recuerdos y conciencia de lo que se es hasta ese momento, porque quien atraviese la frontera ya no será más lo que era. Recuerda Valentino que ser y existir es, esencialmente, tener conciencia que se es y, también tener recuerdos de lo que se ha sido. 

-       Yo no le temo a la muerte – Intervino Michelle. Y agregó – En México convivimos con ella. Desde pequeños la vemos como algo natural. Incluso en nuestro folclore existe una figura que llamamos “santa Muerte”. La representamos como un esqueleto que, se supone, es femenino. Solemos adorarla poniéndole flores e, incluso, comida y objetos de nuestra rica artesanía.
-       Y tengo entendido que a cambio le hacéis peticiones – Replicó Valentino.
-       Así es; a cambio le pedimos de todo: que nos vaya bien en el amor, y que tengamos suerte y fortuna. Incluso hay algunos que sólo le piden tener poder y más poder. ¡Ah!...también a veces le pedimos que joda a nuestros enemigos. O a aquellas personas que creemos que nos han hecho mal. Incluso a antiguos amores que nos hayan engañado o dejado de querer. 
    - Recuerdo que en una ocasión, hace varios años, una revista me encargó un reportaje sobre el concepto de la muerte en México – Comentó Valentino. 
-    Entonces estás informado de la importancia que el tema tiene para nosotros. Nosotros creemos que, cada año, nuestros difuntos regresan para pasar un día con nosotros. Para revivir todos los momentos felices que compartieron con los vivos que seguimos viviendo en la tierra.
-       Sí, recuerdo que lo que más me sorprendió es la minuciosidad en la confección de altares.
-       ¡Ah nuestros altares! En los altares depositamos ofrendas magníficas y ponemos las fotos de nuestros difuntos.
-       También me llamaron mucho la atención unos panes con apariencia de esqueletos y, sobre todo, dulces con formas de calaveras y ataúdes que, por cierto, son muy sabrosos. 
-    Chicos – Dijo Muchosnombres, mientras el señor Destino fruncía la boca para intentar que no notaran que quería soltar una carcajada - ¿Nos podemos ir ya de viaje?
-       Si es por mí, todo bien, mi comandante – Contestó la mexicana.
-       ¿Significa eso que tenemos la pista libre para despegar, querida Michelle?
-      Afirmativo, mi comandante…¡Pista libre!
-      ¿Qué vamos sentir? – Preguntó Valentino.
-      Creo que lo mejor es que tú mismo te contestes esa pregunta cuando regresemos del viajecito…¿Te parece?
-      ¡Vale!
-      Tres, dos, uno…
     Lo último que oyeron Valentino y Michelle fue la palabra “tres”. Y lo último que vieron fueron los ojos de  Muchosnombres clavados en los suyos. 
Después de un hora, Muchosnombres los hizo volver y les preguntó:      
- ¿Y qué tal? ¿Os ha gustado?
-       Ni sí ni no porque creo no hemos ido a ninguna parte – Reclamó Michelle.
-       ¿Cómo que a ninguna parte? Probablemente habéis hecho el viaje más importante de vuestras vidas. Habéis atravesado la frontera.
- ¿Qué frontera 
- La de la vida y de la muerte.
- ¡No puede ser! Pero si no hemos visto, ni oído ni percibido   nada. 
-  ¿Por qué no puede ser? ¿Porque no percibisteis una luz al final de un túnel? ¿O porque no había nadie al otro lado esperándolos? ¿O porque no visteis el infierno, el purgatorio y el cielo que describe Dante en su “Divina Comedia”? 
-       No es sólo eso, es que no nos hemos dado cuenta de nada. Creo que nos estás tomando el pelo – Reclamó Valentino bastante mosca. 
-      ¿Quieres que te demuestre que no?
-       ¿Cómo me lo vas a demostrar?
-       Michelle volverá a morir delante de ti.

     Al instante, Michelle, que estaba atenta, participando en la pequeña discusión, cayó como pollo al suelo, encima de un kilim turco de nudos simétricos.
-       ¿Qué le ha sucedido a Michelle? – inquirió Valentino sorprendido de ver a Michelle tendida, sin señales de vida.
-       Está muerta, Valentino, está muerta.
-       ¿Quéeeeeeeeeee? 
-        Está muerta, sin vida – Intervino el señor Destino.
-       No puede ser. Recién estaba bien – Entonces se abalanzó sobre ella, le presionó la arteria carótida y comprobó que no latía. Sólo entonces agregó - ¡Coño, es verdad!...pero si estaba bien, no puede morir.
-       Recién también tú estabas igual de muerto que ella.

           De inmediato Valentino dijo "Sí creo, sí creo" y comenzó a intentar revivirla haciéndole respiración boca a boca y compresiones rítmicas en el tórax, pero no consiguió nada.
-       Tranquilízate hombre, tranquilízate. Antes habéis estado exactamente una hora “al otro lado” y os he hecho volver. 
-   Por favor Muchosnombres, hazla volver - Rogó Valentino - Si quieres hazme morir a mí, pero no a ella. Michelle no conoce nuestro juego.