jueves, 8 de septiembre de 2011

Se vive solamente una vez

Capítulo 23
Calle Montera de Madrid el "Día del Orgullo Gay"

     Caminaba por Gran Vía cuando, justo enfrente de la tienda “Lefties”, por esas casualidades del destino, divisé a una de las chicas del grupo de azafatas de LAN que, el mismo día que lo hice yo acompañado de Muchosnombres, visitaron las excavaciones de Atapuerca. Creía que no volvería a ver nunca más a ninguna de ellas, porque en la visita a las excavaciones no pasamos de hacernos algunas señas desde lejos y sonreírnos. Ahora, una de ellas, una hermosa morena muy alta y parecida a María Félix, la María que inspiró a Agustín Lara a componer la canción “María Bonita”, estaba rodeada de un grupo de curiosos porque le acababan de hurtar su bolso. Me acerqué a ella para ofrecerle ayuda.


- ¡Hola!...me llamo Valentino ¿Te acuerdas que nos vimos desde lejos en la visita a Atapuerca?
- Sí te recuerdo; yo me llamo Michelle. Y ya ves en la que estoy metida.
- ¿Eres mexicana?
- Sí, lo soy.
     Por la manera de hablar me di cuenta que era mexicana. “De la tierra de la gran pintora Frida Kahlo”, pensé. Lo supe antes que ella me lo confirmara, porque los viajes de mi trabajo me han permitido reconocer las formas de hablar de casi todos los latinoamericanos.

     Cuando llegó la policía la invitaron a hacer la denuncia correspondiente y ella contestó que no la haría. Sin que nadie me lo pidiera yo le sugerí que la hiciera. Me quedó mirando y me preguntó:
- ¿Y qué saco? Ya he perdido mi bolso; ahora no quiero perder el tiempo.
- Tranquila Michelle. Por experiencia te digo que lo mejor es que hagas la denuncia. ¿Llevabas tarjetas de crédito, algún documento?  
- Sólo 50 euros, mi teléfono móvil, la llave magnética de la habitación del hotel, mi caja de maquillaje y una fotocopia de mi pasaporte.
- Bien, por suerte no llevabas tarjetas de crédito ni tu pasaporte. Toma mi teléfono, llama a tu hotel, explica lo que te ha sucedido y pide que anulen la clave de tu llave magnética. Así evitas que también te roben en tu habitación.
    
     Cuando colgó la vi tan desvalida que me ofrecí a acompañarla a la comisaría. Probablemente su desamparo hizo que aceptara mi ofrecimiento. Y juntos, ella, los policías y yo, nos fuimos a la comisaría que hay en la cercana calle Montera que, como siempre, estaba llena de gente. Mientras caminábamos me ratificó que era azafata de la línea aérea LAN. Y agregó que ahora tendría que volver caminando a su hotel porque le habían llevado todo el dinero.
- No te preocupes, yo te acompañaré al Eurobuilding – le ofrecí.
- ¿Y cómo sabes que me hospedo en el hotel Eurobuilding?
- Porque las tripulaciones de LAN lo hacen en ese hotel.
- Así es – me contestó y por fin sonrió.
- Deberías sonreír más porque tienes una hermosa sonrisa.
- Es que ésta no es precisamente una ocasión para sonreír - Me dijo.
Y ya mucho más dueña de sí, me obsequió con una pequeña carcajada después de exclamar “¡Vaya chingada que me han hecho!”.

     Al salir de la comisaría ya eran casi las siete de la tarde y Michelle estaba calmada y encantadora.
- ¿Aceptas que te invite a comer algo?
- Acepto, pero por razones de fuerza mayor tendrás que pagar tú – me dijo sonriendo.
- Encantado de hacerlo; si te invito es porque pagaré yo.

     Por lo divertido que es, le propuse ir de tapas al “Mercado de San Miguel”. Cuando llegamos, el local hervía de gente que hablaba en diferentes idiomas. Como es costumbre en España, casi todos hacían sus consumiciones de pie. A ella le fascinó el ambiente. Le expliqué que allí es costumbre ir de local en local para hacer degustaciones variadas de productos de gran calidad. Nos servimos raciones de pulpo a la gallega, ostras, jamón serrano de Trevélez, y bebimos cava catalán.

- Esto parece el carnaval de la alegría. Nunca había visto algo semejante en ningún otro país; me recuerda el cuadro "Baile en el Moulin de la Galette de Renoir me dijo Michelle entusiasmada mientras hacíamos el primer brindis “por conocernos”.
- A mí también me gusta Renoir. Y tienes razón, ese cuadro es como un himno a la alegría de vivir. Yo lo relaciono con la locución latina “carpe diem”. Es probable que la mayoría de los que estamos aquí tengamos conciencia de lo corta que es la vida y queremos exprimirla antes que se nos vaya.
- Estoy convencida que sólo se vive una vez y que cada vivencia no se repite nunca más – Agregó Michelle. Y haciendo una finta en el tono de su voz agregó – Ya ves lo que ha sucedido en la Isla Robinson Crusoe: capotó un avión con 21 personas idealistas que estaban llenas de amor por los demás y murieron todos. Gente joven y generosa que iba a ayudar a necesitados.
- ¡Qué fácil es morirse! ¿Verdad?
- Probablemente si hubieran despegado un minuto antes o un minuto después no hubiera ocurrido lo que sucedió – dijo con tristeza como imaginándose el momento terrible del impacto del avión CASA C - 212 contra el mar. Se detuvo un instante y continuó - Pero así es el destino.

     De inmediato yo pensé en el señor Destino pero ni por asomo me dio una señal. Mascullé una imprecación contra él y preferí no insistir. Luego le dije a Michelle:    
- Y tú que trabajas como tripulante ¿Tienes miedo a volar?
- Aunque los aviones en los que trabajo son muy seguros y los aeropuertos en los que despegan y aterrizan están dotados de los últimos adelantos técnicos, a veces he sentido miedo.

     Luego nos quedamos los dos en silencio, pero finalmente ella lo rompió.
- ¿Quién era esa chica tan hermosa y elegante que te acompañaba el día de la visita a las excavaciones de Atapuerca?
- Una buena amiga – contesté yo.
- ¿Una amiga con ventaja? – dijo con un gesto pícaro.
- Sí, pero no precisamente con las ventajas que tú te imaginas.
- ¡Jajajá!...Yo no me imagino nada – aclaró – sólo leo entrelíneas, como solemos hacerlo la mayoría de las mujeres inteligentes.
- Michelle, cuéntame algo de ti – Le pedí para cambiar de tema, ya que Muchosnombres es un tema tabú.
- Mi vida es muy sencilla: trabajo para pagarme mis estudios.
- ¿Qué estudias?
- Arquitectura.
- Es una bella profesión.
- Por eso la elegí.
- Entonces tienes suerte, porque los viajes que haces por tu trabajo te permiten la posibilidad de ver arquitectura diferente a la de tu país.
- Sí. Por ejemplo la sencillez de la estructura de hierro de este mercado me ha enamorado.
- ¿Y del amor humano qué? 
- ¡Oh el amor!...el que dicen que es el más hermoso de los sentimientos humanos, el que nos hace creer que somos infinitos e inmortales. Puede que sea así pero creo que también es el más egoísta y el que nos causa los mayores dolores emocionales.
- ¿Por qué lo dices? ¿Has tenido alguna desilusión alguna vez?
- Sí. Y ahora no sé si siento amor u odio por el causante de mi última desilusión. Sólo sé que me ha dejado malherida.
- Lo siento. En parte tienes razón…se dice, y parece que es verdad, que del amor al odio se pasa en pocos segundos.
- Y tampoco creo que es el sentimiento más generoso.
- ¿No?
- La amistad es el sentimiento más generoso. Por lo menos la verdadera amistad, porque se entrega sin pedir nada a cambio.
- Creo que el amor también.
- La mayoría de los amores son intolerantes, posesivos y llenos de celos.
- ¿Te enamoras con facilidad?
- La verdad es que no. Enamorarse no es tan fácil como algunas personas creen – dijo ruborizándose.
- ¡Mmmmmmm! ¿Por qué te has puesto roja?
- Porque ya te he dicho que vengo saliendo de una ilusión que se ha ido al garete y cuando pienso en él aún se me acelera el corazón.
- ¿Fue algo importante?
- Por lo menos para mí lo fue; parece que para él no lo fue tanto.
- Debe ser así porque me doy cuenta que todavía te duele.
-  Aún tengo mucho dolor.
- ¿Estás en lo que llaman “duelo”?
- Yo diría que aún estoy en medio de la estampida.
- ¿Huyendo?
- Algo parecido. Lo peor es que del desamor no se puede huir porque siempre va contigo. Si corres, correrá. Aunque te vayas al fin del mundo el dolor te acompañará.

     Terminamos de tapear cuando ya eran las nueve de la noche. Aunque todavía quedaba algo de sol las calles, los escaparates y terrazas se iluminaron.
- ¿Quieres que te vaya a dejar a tu hotel o prefieres venir a mi
departamento para que platiquemos y termines de contarme tu historia? Es bueno contarlo ¿Sabes?  
- Jajajá…a tu guarida de lobo, querrás decir.
- De guarida nada, Caperucita. Si vienes a casa preparé una ensalada de sandía y melón. Aunque algunos dicen que no ligan bien, en esta época del año estas frutas están en su mejor momento en España.
- ¡Mmmm! Melón y sandía. Me encantan. Es tentadora tu oferta, Lobo Feroz.
    
     Finalmente Michelle aceptó. Nos fuimos caminando en medio de la algarabía de los transeúntes que iban y venían. Cuando llegamos a mi departamento nos instalamos junto a la mesa de la terraza, iluminada sólo por dos candelabros de plata que había comprado en Praga tres años atrás. En el cielo, hacia el poniente, se fue quedando un hermoso tono celeste con pequeñas nubes rosadas.  
- Valentino, me siento mucho mejor; tienes una casa muy hermosa. Y lo mejor es que tienes una vista privilegiada para ver el anochecer, las estrellas, la luna.
     Cuando terminó de hablar, Michelle me dijo “Quiero bailar contigo”.
- ¿Algo en especial? – pregunté.
- Me gustan los boleros ¿Podría ser “Amar y vivir”?
- Podría – le contesté.