miércoles, 10 de septiembre de 2014

Madrid, miércoles 10 de septiembre de 2014.

Estimados lectores:

Para facilitarle la lectura a aquellas personas que no hayan leído nunca este relato, o que hayan leído sólo algunas entregas, a continuación les transcribo las direcciones de las 46 entradas que he publicado hasta la fecha.



Les sugiero que para entender mejor la trama de este relato mágico que está tejido con hebras de amor y desamor, de sexo y de ternura, y de vida y de muerte, comiencen a leerlo por la entrega Nº 1.


Entrega 1 (comienzo).

Entrega 2.
Entrega 3.
Entrega 4.
Entrega 5.
Entrega 6.
Entrega Nº 7.
Entrega Nº 8.
Entrega Nº 9.
Entrega Nº 10.
Entrega Nº 11.
Entrega Nº 12.
Entrega Nº 13.
Entrega Nº 14.
Entrega Nº 15.
Entrega Nº 16.
Entrega Nº 17.
Entrega Nº 18.
Entrega Nº 19.
Entrega Nº 20.
Entrega Nº 21.
Entrega Nº 22.
Entrega Nº 23.
Entrega Nº 24.
Entrega Nº 25.
Entrega Nº 26.
Entrega Nº 27.
Entrega Nº 28.
Entrega Nº 29.
Entrega Nº 30.
Entrega Nº 31.
Entrega Nº 32.
Entrega Nº 33.
Entrega Nº 34.
Entrega Nº 35.
Entrega Nº 36.
Entrega Nº 37.
Entrega Nº 38.
Entrega Nº 39.
Entrega Nº 40.
Entrega Nº 41.
Entrega Nº 42,
Entrega Nº 43.
Entrega Nº 44.
Entrega Nº 45.
Entrega Nº46.


domingo, 24 de agosto de 2014


Akenatón se desmayó de la emoción al ver aparecer a Valentino, a Muchosnombres y al señor Destino 
en medio de un rayo de luz que lo encegueció

Entrada 46
Fotografía de una momia egipcia realizada por Aquiles Torres en el Museo Arqueológico Nacional(Madrid)


     Y volando, los tres siguieron el curso del río Nilo.

     Cuando Valentino vio Tebas desde el aire, recordó que el sujeto de su entrevista, Akenatón, había sido coronado en esta ciudad mítica. Y que ostentando el rango de faraón de Egipto había vivido en esta ciudad durante siete años antes de ordenar el traslado de la corte y de su gobierno a Tell El Amarna. Fue en Tebas, quizás hastiado de los excesos de la casta sacerdotal, donde comenzó a cuestionar los cimientos de la religión politeísta que hasta ese momento había dirigido la espiritualidad de los egipcios durante siglos. Y fue en esa ciudad, antes conocida como Waset, donde ordenó que el pueblo egipcio comenzara a adorar a un solo Dios: Atón.  

     Aunque Valentino físicamente no la experimentaba, los viajeros del tiempo se desplazaban a una gran velocidad, tanta, que a los pocos minutos apareció bajo sus ojos la primera catarata del Nilo. 

     Un rato después Valentino se quedó impresionado cuando el señor Destino, con el dedo índice de su mano derecha indicando hacia abajo, le señaló la ciudad mandada a construir por el faraón Akenatón, conocida como Tell El Amarna, que ahora era el corazón y el cerebro de Egipto. Aunque se había documentado bien, a Valentino le pareció una urbe más grande de lo que se había imaginado, tomando en cuenta que estaba viviendo una realidad anterior en más de 3350 años a su propio tiempo, aunque mil años después de la construcción de las grandes pirámides mandadas a construir por los faraones Keops, Kefrén y Micerino. De norte a sur, Tell El Amarna tenía 15 kilómetros de extensión. Pudo ver perfectamente el trazado de sus callejuelas, palacios y templos situados en el corazón de la población, que se destacaban de las pequeñas construcciones del pueblo llano que parecían rastrojos en un campo de cebollas.

     “Casi no puedo creer que allí, en algún lugar, ahora están Akenatón y Nefertiti”, pensó el reportero.
- ¿Qué te parece la ciudad, Valentino? – Lo interrogó Muchosnombres.
- Me parece una obra descomunal. Más aún teniendo en cuenta que ha sido construida en medio del desierto y sin  la tecnología que tenemos en el siglo veintiuno.
- Debemos bajar ¿Estás nervioso?
- Sí, lo estoy. Sobre todo pienso en cómo llegaremos hasta el faraón…en cómo conseguiremos ser recibidos por él.

     El señor Destino repitió la frase “…cómo llegaremos hasta el faraón…cómo conseguiremos ser recibidos por él” y lanzó una de sus acostumbradas sonoras carcajadas. Luego, con rostro serio, le explicó:
- No te preocupes; ya está arreglado. Hace una hora él ha recibido un mensaje de Atón. Su Dios le ha informado que tres mensajeros suyos llegarán desde el cielo. Probablemente también ya habrá informado y advertido a Nefertiti y a todo su cuerpo de sacerdotes, escribas, criados, concubinas, guardias y familiares que hoy ocurrirá un “milagro”.
- ¿Un milagro?
- ¡Hombre!…es un decir. Tú y yo sabemos que los milagros no existen. Me refiero a un hecho extraordinario, sombroso, sin explicación para ellos.

     Y fue entonces cuando de la nada, Valentino, Muchosnombres y el señor Destino, envueltos en una luz cegadora acompañada de un fortísimo estruendo y sonido de fanfarrias, se aparecieron frente a Akenatón.

     A pesar de su rango de faraón, el más alto y sagrado de Egipto, Akenatón primero sufrió un profundo golpe emocional que le produjo un desvanecimiento que, durante unos segundos, le hizo perder su verticalidad y la conciencia. Luego, aún tambaleante y casi sin poder ver, se lanzó al suelo como muestra de sumisión. 

     Los centenares de hombres y mujeres que lo acompañaban, entre los que estaban parte de la familia real, importantes cargos y otros empleados de mayores o menores rangos, sintieron más temor aún al ver a su Señor en unas circunstancias inimaginables, nunca vistas antes. De inmediato, todos, despavoridos y con sus corazones latiendo desenfrenadamente, imitando a su Señor, se lanzaron también en plancha al suelo. Lo que estaba sucediendo, probablemente, era lo más insólito que habían visto y verían mientras vivieran. Era un acontecimiento extraordinario que formaría parte de las anécdotas que transmitirían a sus hijos y a los hijos de sus hijos. Y, probablemente, los hijos de los hijos de sus hijos a sus correspondientes descendientes.

- ¿No crees que te has pasado un poquito con los efectos de luz y sonido? – reclamó Valentino a Muchosnombres.
- ¿Que me he pasado? ¿Es que no sabes que de la intensidad de los primeros estímulos dependen las reacciones que vendrán después?
- Si tú lo dices.
- ¡Sí, yo lo digo! Y tú, como un comunicador profesional que eres, lo sabes muy bien. ¡Vamos Valentino, actúa!. Dirige tú el encuentro – le ordenó telepáticamente Muchosnombres a Valentino.
- ¿Qué digo?
- ¿Cómo qué digo? Estás acostumbrado a hablar en público, a hacer entrevistas a sabios y a villanos y ahora preguntas qué dices. ¡Improvisa! ¿Es que no trabajas en comunicación? Entra a matar. Están esperando que uno de nosotros les dé una orden. Si no lo hacemos pueden seguir así horas. Recuerda que para Akenatón y los suyos nosotros somos enviados de su Dios. ¿Eres capaz de imaginar la emoción que estarán sintiendo? Piensa que creen que podrán conversar con emisarios de su deidad. ¿Qué sentirías tú si en medio de la noche, se te apareciera, repentinamente, un portavoz de tu Dios?
- Miedo, yo sentiría miedo. Ya sabes que no creo en Dios. creería que es un delincuente que ha entrado a robar.
- ¡Vamos! No empieces con excusas huevonas. Colabora un poquito…no te acojones ahora  ¡Creatividad, amigo, creatividad! Aprovecha a comenzar a hacer ahora mismo tu entrevista, que es a lo que hemos venido. Lo tienes ahí a tus pies, dispuesto hasta confesar que en el futuro matará al Presidente Kennedy.

Finalmente Valentino pudo reaccionar.
- ¡Levántate! – le ordenó Valentino a Akenatón en un idioma que jamás había hablado, pero que en ese instante mágico pasó a ser como el suyo de toda la vida.

     El faraón estaba lívido, demudado, intensamente emocionado. Es normal, no todos los días uno puede tener a un metro de distancia, mirar a la cara y dialogar con tres comisionados de Dios.

     Debido a que Akenatón continuaba sin reaccionar, Valentino volvió a demandarle que se irguiera. Sólo entonces, el faraón y Señor de Egipto comenzó a dar señales de vida y, con movimientos torpes, terminó de alzarse del todo.
















viernes, 4 de julio de 2014

Valentino, Muchosnombres y el señor Destino entraron a Egipto volando.


Entrada 45


"Atardecer", fotografía realizada por Aquiles Torres


     Después de pasar varias horas consultando algunos libros que trataban sobre la vida en el Egipto durante la Dinastía XVIII, Valentino decidió irse a dormir. Miró su reloj. Eran casi las dos de la madrugada y estaba cansado. Cuando terminaba de cerrar el libro que trataba sobre la vida en el harén del faraón Amenhotep III, padre de Akenatón, intempestivamente, aparecieron en la estancia la escultural Muchosnombres acompañada de su lugarteniente el señor Destino, quien venía con su cabeza totalmente rapada y brillante como una bola de billar; y con un piercing dorado en su nariz.
Aunque el periodista ya estaba acostumbrado a estas visitas y encuentros imprevistos, esta vez se asustó y reaccionó dando un salto.

- ¿Qué te pasa? – le espetó Muchosnombres,
- ¿Que qué me pasa….que qué me pasa? ¿Crees que es normal aparecer de la nada en medio de la noche?

     El señor Destino, sarcástico como acostumbraba ser, le imitó a la perfección su voz repitiendo su frase “¿Que qué me pasa…que qué me pasa?”, mientras daba saltitos sincopados para hacer más cómica la escena. Luego, como era habitual en él, se comenzó a reír a mandíbula batiente acariciándose su cabeza desnuda. Cuando dejó de reír le comentó a Valentino: “¿Sabes por qué me he rapado mi bella cabellera?
- No – contestó Valentino.
- Lo he hecho por ti. Quiero que Akenatón crea que realmente soy un egipcio. Completaré mi atuendo con un faldellín de lino real, y como hablo todos los idiomas que habéis creado los hombres, podré hacerte de intérprete.

     Muchosnombres, en cambio, lo miró seria y le soltó una retahíla de reproches, cerrando el largo rosario con una frase final suave, pero punzante como una daga:

- Valentino querido ¿Cuántas veces te he repetido que no existe lo que tú llamas “tarde”? 
- Muchas veces, pero a pesar de tu afirmación, para mí son las dos de la madrugada. No es que crea yo que es tarde, es que para mí sí es tarde. Y, además, estoy cansado.
- Amigo, ¿Por qué te cuesta tanto entender que no es ni tarde ni temprano ni antes ni después? Intenta aceptarlo. Quizás así no te cansarías tanto. Existe sólo lo que tú llamas “ahora”. Cuando lo aceptes vas a sentirte más libre y serás más feliz.
- Vale, Muchosnombres. Tienes razón. Aunque estoy cambiando respecto a hábitos como éste de la rigidez del tiempo, todavía me quedan residuos que a veces me producen infelicidad.

- Vale…vale, no ha pasado nada, ven, para que cambies tu humor, quiero abrazarte y acariciarte ¿Sabes que estás muy guapo y atractivo? Si tantas mujeres querrían estrujarte entre sus brazos ¿por qué yo no? – Y sonriente, Muchosnombres lo abrazó. Luego, suavemente, acercó sus labios a los de él. A continuación, con una gran carga de sensualidad, le introdujo su lengua en su boca para juguetear con la del periodista que estaba perplejo.

     Valentino se sorprendió porque Muchosnombres nunca había hecho una incursión tan profunda en él. Tanto así que le produjo una excitación que desembocó en una erección intensa. Muchosnombres se percató y deslizó su mano hasta el miembro del periodista. Se lo apretó diciéndole: “¡Mmm! ¿No dijiste que estabas cansado? ¿O es la hora en que las serpientes salen de cacería? Por ahora sólo un beso, machote; luego quizás algo más” – y agregó -  Tienes diez minutos para prepararte. Nos largamos para lo que tú llamas “el Egipto de hace tres mil trescientos cincuenta años atrás”.

     En realidad Muchosnombres se lo dijo para que psicológicamente se preparara para cambiar de situación. Porque para ella no era lo que los seres humanos consideraríamos un viaje. Se trataba, simplemente de cerrar, abrir los ojos y encontrarse en otra realidad que para la mayoría de los mortales estaba enterrada. Sólo existía en los museos y en los libros de historia antigua. De todos modos Valentino, en menos de diez minutos, se vistió con ropa de color caqui, cogió su mochila donde solía llevar una tablet, una cámara fotográfica y una grabadora, y exclamó: “estoy listo”.  
- Muchosnombres, quiero pedirte un favor.
- Pídelo.
- Antes del encuentro con Akenatón, siguiendo el curso del río Nilo me gustaría sobrevolar el Egipto de la Dinastía XVIII.
- ¡Concedido tu deseo!

     Y nada más oír la respuesta de Muchosnombres a su petición, Valentino se vio volando como un pájaro, pero sin mover ni un músculo. No sintió miedo. Ya se había acostumbrado a estas sorpresas que le regalaba aquella mujer extraordinaria.

     Entraron, por decir algo, desde el Mar Mediterráneo. La visión era maravillosa. Tenía conciencia que abajo había varias civilizaciones que en su siglo veintiuno ya no existían: entre otros, los Hititas; los reinos de Mitanni, de Urartu, de Frigia, de Elam; el Imperio Asirio y el Babilonio. Y, por supuesto, el Egipto de faraón Akenatón.

     Desde el aire pudo ver el espectacular delta del Nilo que parecía una inmensa tela de araña.

- Mira Valentino, bajo tus narices tienes el Bajo Egipto. Y a tu izquierda el Mar Rojo. Y más allá el reino de Mitanni. Y allí puedes ver Tebas. Tell El Amarna, que es adonde vamos, está a unos 300 kilómetros más adelante, siguiendo el río.

    Allí, en ese preciso instante, en el gran templo de Tell El Amarna, sin que el faraón supiera que venían visitas volando por el cielo azul de Egipto, Akenatón, acompañado de Nefertiti, comenzaba a oficiar una ceremonia en honor al dios Atón.

domingo, 13 de abril de 2014

Valentino conoce a los Príncipes de Asturias

Entrada 44
Fotografía de La Fuente de Neptuno de Madrid, realizada por Aquiles Torres

Después de una pausada caminata, Valentino llegó hasta la plaza Cánovas del Castillo, en cuya rotonda se yergue el conjunto escultórico conocido como la Fuente de Neptuno, formado por dos caballos marinos que tiran de un carro en forma de concha, encima del cual, majestuoso, va montado

Flanqueando la plaza, en ambos lados del Paseo del Prado, se encuentran los dos hoteles con más solera de Madrid: el Ritz y el Palace; y dos museos extraordinarios: El Prado; y el Thyssen Bornemisza, que ocupa el Palacio de Villahermosa. Cuando Valentino estuvo en la acera del hotel Palace, se detuvo y miró una vez más, con deleite, esa zona de Madrid que a él le parecía una de las más bellas de la capital de España. Luego entró al VIP’s que hay junto al Starbucks y ojeó la prensa durante veinte minutos.

Sólo cuando terminó de leer los titulares y las entradillas
de las noticias más importantes que publicaba la prensa del día, retomó su camino hacia el ático de Violante. Al entrar al recibidor eran casi las nueve y media de la noche y ya todos los demás invitados habían llegado. Violante lo recibió con un sensual mordisco en los labios, de la misma forma afectuosa que lo hacía siempre. Haciéndole mimos lo acompañó hasta el gran salón. Apenas lo vieron entrar, varios de sus colegas de prensa y comunicación se acercaron a saludarlo. La pregunta común fue: “¿Dónde te has metido este último tiempo?”. Después Violante le tomó su mano y lo guió hasta donde estaban los Príncipes de Asturias para hacer las correspondientes presentaciones.

Valentino se dirigió a ellos como “señor” y “señora”, pero de inmediato Felipe le sugirió: “Estamos en casa de nuestra amiga Violante; sabemos que tú eres un amigo muy especial de ella, preferiríamos que nos llamáramos por nuestros nombres ¿Te parece bien?”. Valentino asintió. A continuación Felipe fue solicitado y engullido por un grupo formado por periodistas de los tres medios escritos más influyentes del país. Cuando quedaron solos Letizia, Violante y Valentino, la princesa de Asturias le confidenció al periodista:
- En algunas oportunidades te he leído. Tus reportajes en zonas de conflictos me parecen muy interesantes. Encontré especialmente esclarecedor lo que publicaste el año pasado sobre Siria. Entiendo que fue muy peligroso ¿Verdad?.
- Bastante. Y además, creo que es la vez que más cerca he estado de la muerte.
- Durante días nadie supo de ti; en España, incluso, se especuló acerca de tu posible muerte.
- Yo también creí que había llegado mi hora.
- Creo recordar que fue en la ciudad de Homs.
- Sí, fue en Homs; queda a unos 140 kilómetros de Damasco. Fue un verdadero infierno.
- Recuerdo que murieron varios periodistas.
- Fue un día especialmente trágico para los que nos dedicamos a esta profesión. En esa misma jornada cayeron la reportera norteamericana Marie Colvin del Sunday Times; el francés Remy Ochlick, fotógrafo de guerra de la revista Paris Match; y Rami al Sayeed, uno de los miembros más activos de la resistencia Siria.
- ¿Fue en un enfrentamiento entre dos grupos rivales?
- Sí. Fue todo muy rápido y sorpresivo. Estaba en una calle del barrio de Bab Amro haciendo fotografías, guareciéndome a duras penas de un fuego cruzado cuando, repentinamente, sentí un gran estruendo y, de inmediato, me cayeron encima trozos de metralla ardiendo en mis brazos y en mi cabeza. Perdí las fuerzas y tuve que soltar la mochila con mis cosas, entre ellas mis cámaras fotográficas y mi computador. Tuve suerte de perder totalmente la conciencia y que me creyeran muerto porque cuando los soldados del ejército de Bashar al Assad comenzaron a rematar a todos los heridos que se movían o quejaban, disparándoles o degollándolos, a mi no me lo hicieron porque pensaron que ya la vida se me había ido.
- ¿Y cómo pudiste salir de allí?
- Después de un par de horas unos vecinos se dieron cuenta que me movía y jugándose su propia vida me llevaron a su casa. En esa humilde vivienda me curaron y cuidaron. Después de varios días, cuando volví en sí del todo y me pude poner en pie, decidí irme caminando hasta Beirut.
- ¿Caminando?
- Sí, caminando. Lenta y sigilosamente. Tuve mucha suerte porque el segundo día, muy de mañana, me topé con un convoy de la Media Luna Roja Siria y de la Cruz Roja. Ellos me llevaron al aeropuerto de Beirut. Y desde allí pude contactar con España e informar de mi situación.
- Sí, de eso me acuerdo. La noticia salió en casi todos los medios. También recuerdo que contaste que habías logrado salvar un USB con fotografías terriblemente fuertes.
- Sí, eran más de mil fotografías almacenadas en un lápiz de memoria que me habían entregado algunos miembros de la resistencia y que, afortunadamente, había guardado en uno de mis bolsillos interiores; todo lo demás me lo robaron.
- ¿Sabes, Valentino? Admiro a mis colegas que trabajan cubriendo conflictos. Si no fuera por personas como tú no nos enteraríamos de los tormentos de la guerra. El año pasado, sólo en Oriente Próximo perdieron la vida 70 periodistas. De esos setenta, veintinueve de ellos cayeron en Siria.

Violante interrumpió la conversación y los invitó a que se acercaran a la mesa llena de viandas frías y bebidas de varios tipos.

Ante la insistencia de algunos colegas por saber en qué estaba trabajando, Valentino les contó con detalle su proyecto y les explicó que recién estaba comenzando con trabajo de campo. También se habló de la situación política internacional, especialmente de la crisis económica por la que estaba atravesando España. Los temas más debatidos
fueron el fallido proceso de externalización de la sanidad pública de la Comunidad de Madrid después de la decisión del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, y la elecciones de diputados para el Parlamento Europeo.

Antes de retirarse, probablemente porque le llamaran la atención por lo infrecuente del proyecto, a solas, Letizia le preguntó por qué llamaba “imaginarias” a sus entrevistas. Valentino se lo explicó, detalle que despertó aún más la curiosidad de la Princesa.

- Hay que poseer un alto nivel creativo para poder hacer un trabajo como el que estás haciendo, pero indudablemente es un excelente recurso el viajar a los lugares donde han vivido tus entrevistados para conocer y hasta acariciar los objetos que les pertenecieron e imaginarlos mejor.
- Por lo menos en esta primera entrevista me ha dado el resultado que esperaba.
- ¿Cuántas entrevistas imaginarias harás?
- Una decena.
- ¿Cuándo comenzarán a publicarse?
- Creo que dentro de tres semanas. Mi propósito es tener por lo menos terminadas tres “entrevistas imaginarias” antes de entregar a la revista la de Neruda, que es la primera. Será, probablemente, cuando haya terminado la de Frida Kahlo.
- ¿Y cuándo inicias la segunda?
- La comenzaré pronto, porque esta semana viajo a Egipto.
- ¿Quién será el entrevistado?
- El faraón Akenatón.
- ¿Akenatón? ¿El llamado “faraón herético”?
- Sí, el rey egipcio Akenatón.
- Es un personaje que a mí también siempre me ha llamado mucho la atención. Por su visión y por su fuerza. Fue capaz de cambiar la concepción religiosa del Egipto de hace más de tres mil trescientos años, desafiando y venciendo a la casta sacerdotal y a una cultura politeísta arraigada.
- También yo lo admiro por esa y otras razones. Fue un hombre muy valiente por atreverse a luchar contra la mafia que entonces era la clase sacerdotal egipcia.
- He leído mucho sobre él. En medio de una oscuridad de siglos, Akenatón consiguió romper una tela de araña de dioses y dejar que Atón, el dios sol, entrará por todos los resquicios de la vida de su sufrido pueblo.
- Aunque yo no creo en Dios, también lo admiro porque fue uno de los primeros hombres que propuso y defendió el monoteísmo, la idea de un solo Dios, aunque este Dios era nuestro sol, que ahora sabemos que es una estrella más de los billones de billones de estrellas que existen en el universo.
- Supongo que también mencionarás a Nefertiti quien, además de ser la Gran Esposa Real de Akenatón, era su prima hermana. Y, al parecer, Nefertiti habría sido la madre del también famoso faraón Tutankamón.
- ¡Mmmm! Veo que sabes bastante de la historia de Egipto.
- Es un tema que siempre me ha apasionado. Pero ¿sabes? lo que no me creo es que sólo visitando el lugar del personaje objeto de tu entrevista puedas descifrar interrogantes y claves que a veces ni siquiera los especialistas que dedican una vida entera a ello consiguen hacerlo ¿Hay truco?
- Sí, hay truco, pero los magos no suelen explicar sus artes. – respondió pensando en Muchosnombres. Y agregó: - Sólo te puedo confesar que tengo una especie de socio que colabora conmigo. Y la verdad, aunque te lo explicara no me lo creerías. Es algo tan asombroso lo que me sucede que yo aún no me lo termino de creer.

En ese momento Felipe se acercó a Letizia para sugerirle retirarse porque al otro día tenían que salir temprano en un viaje oficial a un país de América del Sur. Letizia asintió un poco a regañadientes porque la plática con Valentino había llegado a un punto en el que le había picado la curiosidad respecto al secreto de Valentino, tanto, que la próxima pregunta que pensaba hacerle sería cuál era el truco.