martes, 22 de marzo de 2011

Viaje a Valencia

Primera parte
Entrega Nº 9.


     Cuando sonó el timbre de mi departamento yo todavía estaba en pijama, asomado al ventanal que da hacia la entrada del Real Jardín Botánico, mirando sin ver. Pensaba en cómo, en caso que sucediere, iría a ser el apocalipsis. Mientras un noticiero de radio informaba sobre los últimos acontecimientos de la intervención militar en Libia ordenada por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, y bautizada como "Odisea del Amanecer". 


     Medio adormilado aún y caminando como un autómata fui hasta puerta y fisgué por la mirilla. "¡No puede ser!", exclamé. Y en vez de abrir me fui directo al cuarto de baño a meter mi cabeza debajo de la ducha hasta dejármela empapada de agua fría para asegurarme que lo que había visto no era una alucinación. El timbre volvió a sonar y esta vez por partida doble. Regresé a la puerta intentando secar mis cabellos con una toalla color arena. Volví a mirar y pensé "Ésta debe ser una jugarreta del señor Destino por haberle dicho cuatro cosas la semana pasada" e, inmediatamente abrí la puerta y me quedé más quieto que una estatua de sal.


     Allí, delante de mí, de cuerpo entero, estaba Muchosnombres en versión femenina, la mujer que desde que la conocí en el café Gijón me había hecho dormir inquieto por las noches; la misma que hacía que a veces me descubriera en plena calle hablando solo, contestando a preguntas que en mi imaginación ella me hacía. Incluso me había sorprendido sentado en el Metro de Madrid recitando y volviendo a recitar ese famoso poema de Lope "Desmayarse, atreverse, estar furioso..." rodeado de gente que me miraba, probablemente, pensando en que estaba loco.


     Muchosnombres tiraba un pequeño trolley. Llevaba el cabello enmarañado y lucía un vestido ibicenco de hilo de color blanco tan fino, que me permitió adivinar el contorno de su cuerpo y darme cuenta que no llevaba sujetador. En su cuello y en sus muñecas portaba hermosas joyas de artesanía en plata. Representaban figuras de águilas tan primorosamente labradas que daban la impresión que en cualquier momento se iban a dejar caer sobre una presa que me hizo pensar "¡Ojalá la presa sea yo!".


- ¿No me invitas a entrar, Valentino? - me dijo con voz sensual y sugerente.


     Pero estaba tan alelado que en vez de reaccionar continué atónito, sin creerme aún que estaba viendo a la mujer de mis sueños, a mi Dulcinea de mis días y de mis noches, a mi Julieta Capuleto de mis amaneceres junto al balcón de Verona.


     La bella mujer, al ver que yo no reaccionaba, avanzó, se acercó a mí y me besó en la comisura de mis labios. Y con sus ojos casi dentro de los míos me dijo sonriendo:
- Cuando me miras pones cara de gato hambriento.


     Cuando percibí su piel tibia sobre la mía, sentí una corriente eléctrica que me recorrió de arriba abajo la columna vertebral, mientras un aroma embriagador envolvió la atmósfera.
     Afortunadamente al fin pude salir de mi atolondramiento y empecé a reaccionar.
- ¡Qué bien hueles! - exclamé.
- Es que vengo con "Giorgio" - me contestó.
- ¿Giorgio?...¿Es que vienes acompañada?
- No tontuelo, Giorgio Beverly Hills, es un perfume que me encanta. Lo alterno con otro que se llama "Metal" de Paco Rabanne. Tienen muchos años, pero ambos son mis favoritos.


     Aunque todavía turbado, finalmente la invité a entrar y dije la frase típica que se suele decir en estos casos:
- Perdona el desorden, pero me acabo de levantar.
- Ya me había dado cuenta; pero no tengo nada de qué perdonarte, mon ami, es tu guarida. 
- Me iba a preparar el desayuno ¿Me quieres acompañar?
- Sí, es una buena idea.
- ¿Qué quieres tomar? ¿Té, café, zumo de naranja, bollos, tostadas, mantequilla, mermelada de naranjas amargas, manjar blanco?
- Un té Ceylán y tostadas con aceite de oliva virgen, por favor.


     Juntos pasamos hasta la cocina y mientras yo terminaba de preparar el té y las tostadas, la beldad me soltó:
- Es muy hermosa la vista que tienes desde aquí. Me encantan los parques en medio de las ciudades. Son como los oasis en los desiertos. ¿Has dormido alguna vez en el desierto?
- No, pero he oído que es una experiencia muy especial. ¿Azúcar o sacarina?
- Aunque no tengo ni tendré nunca problemas ni con mi peso ni con mi figura, al té prefiero ponerle una cucharada de miel.
- ¿Por qué llevas un trolley? ?¿Te vas de viaje? - pregunté.
- Sí, y voy contigo.
- ¿Qué? - exclamé incrédulo.
- He venido a invitarte a las Fallas de Valencia, nunca he visto la "nit del foc" y no quiero experimentar sola esa sensación que dicen que satura los sentidos.


     Estuve a punto de tirar la tetera en la que preparaba el té y empezar a chillar "¡Hurra...hurra viva mi buena suerte!", pero me contuve e intenté disimular la tembladera de piernas que comencé a experimentar en ese momento.


- Valentino ¿No me oyes? Vengo a invitarte a Valencia, tengo reservado hotel y billetes para el tren de alta velocidad.
- Sí, y de paso servirnos una paella en "La Marcelina" ¿Verdad? - dije yo en forma socarrona pensando que era una broma.
- Buena idea, me encanta la paella. Y dicen que en ese restaurante las preparan bien.


     Finalmente nos sentamos enfrentados, y así, mirándonos a los ojos, comenzamos a beber el té que recién había preparado y a servirnos las tostadas que yo había bordado con aceite de oliva virgen.
- ¡Mmmmmm! Es delicioso este té ¿Dónde lo compras? - musitó el angelito.
- ¿Te gusta? Lo adquiero a granel en Barcelona, en una tienda especializada en especias que queda en el carrer de la Princesa, a pocos metros del Museo Picasso.
- Sabe a gloria. Tiene una mezcla de sabores que me agradan mucho. ¿Es una fórmula secreta?
- No...¿Qué va!. Es té Ceylán. Quizás el secreto consista en que, antes de verter el agua hirviendo a la tetera, le agrego unas astillitas de canela y unas rodajas de naranja. Y en algunas ocasiones un clavo de olor.


     Cuando terminé de explicarle mi receta del té se produjo un silencio que me recordó que en algunos pueblos del Mediterráneo, cuando en un grupo, de repente todos se quedan callados, suelen decir "Ha pasado un ángel". En este caso no había pasado, porque el ángel seguía allí frente a mí.


     Aproveché el silencio para mirar sus ojos verdes. Y me di cuenta que según la cantidad de luz que recibían cambiaban de tonalidad. Estaba como hipnotizado cuando, repentinamente, sentí que me rozaban mi pierna derecha. Pensé "es una casualidad". Pero no había sido una casualidad porque el pie de Muchosnombres, como una serpiente, siguió subiendo hasta quedar acomodado en mi entrepierna. Ante esta situación inesperada opté por quedarme quieto como un conejo acosado por un lince ibérico. Y con los ojos a punto de escaparse de mis órbitas oí que me susurraba:
- ¡Mmmmm!... pillín, veo que estás empezando a despertar de verdad.


Continuará.     






7 comentarios:

  1. Quilito

    Gracias por la receta del tè. Quedò del uno y me anotè un poroto con una gringuita amiga.

    Sabes buenos datos.
    ¿ Por que no pruebas a darlos en un libro?

    Paco anònimo

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  2. Paco anónimo, amiga de la gringa:
    La receta del té y todo lo que se publique en este blog, en el futuro, se editará en un libro en papel.
    Ojo, el buen té tiene que ser de hoja y no de sobres como lo sirven en algunos restaurantes.
    De todos modos anoto la sugerencia y te doy las gracias.
    Pregúntale a la gringuita qué tal le salió el té preparado por ella. Que no se olvide que el agua debe estar hirviendo, de lo contrario el sabor cambia substancialmente.
    Quilito.
    ¡Se fue el invierno y llegó la primavera!.

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  3. ¡La belleza! ¿Sólo está en la lozanía y un cuerpo bonito? Algunos piensan que también está en la amabilidad, el respeto a los demás, el cariño a los otros, el afán de hacer el bien, ... Y esa dura desde que llegas hasta más allá de que te vas.

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  4. ¿Qué es la belleza?
    Depende de la cultura.
    Lo que es bello para mí puede que no lo sea para el resto del mundo.
    En una tribu Masai puede que una bella o un bello europeos no sean considerada como tal.
    Y puede que para un europeo los aborígenes de la selva profunda del Amazonas.
    ¿Y a cuántos gusta hoy la estética de Las Tres Gracias de Rubens?
    Justamente hoy ha muerto Elizabeth Taylor, paradigma de la belleza durante algunos años.Y hoy esos ojos violeta y todos sus átomos ya se están desintegrando y no volverán a unirse nunca más de la misma manera.
    ¿Que quedará de ella? Su simpatía, su humanidad, si es que lo fue. Todo lo demás se ha ido para siempre.

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  5. Correcciòn , mi querido Aquiles. Elizaeth està mas viva que nunca . Su elleza est`en el espìritu que est`cruzando la puerta que llamamos " muerte" .
    Nada termina con ella, solo comienza una nueva etap, cazando en las praderas del Gran Manitù, entranso en la conciencia de Buda o integràndose a la Luz que todos deberemos seguir y buscar, SIN TEMOR, cuando desencarnemos .
    Respeto tu opiniòn pero, con el afecto del amigo, expreso la mìa

    Paco

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  6. me encanta esa tienda en barcelona la conozco cuando quieras te invito y te preparo el te mas exquisito que jamas hayas probado me gusta mucho como escribes

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  7. Anónimo o anónima:
    Entonces estarás de acuerdo en que esa tienda tiene algo de mágico. No sólo son los años que ha permanecido abierta, sino también el remolino de aromas que contiene gracias a las especies traídas desde los lugares más lejanos del orbe. En ese amasijo de olores hay algo que hace que una vez que la conoces ya no puedas olvidarla jamás.
    Y cuando quieras probamos ese té que me ofreces.
    Y a mí me gusta mucho que te guste lo que escribo. Para eso lo hago. Para que la gente pueda soñar se divierta durante un par de minutos.
    Aquiles.

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