Valentino es
invitado a casa de Violante
a conocer a los Príncipes de Asturias.
Entrega 43
Fuente de Cibeles de Madrid
Fotografía realizada por Aquiles Torres
El día en que
Valentino regresó a Madrid, apenas arribó a su departamento y dejó su pequeña
valija en el vestidor, ataviado tal cual estaba, se tiró encima de su cama y se
puso a dormir. Probablemente hubiera podido hacerlo hasta el otro día, pero unos
minutos antes de las cinco de la tarde el sonido de una llamada telefónica lo
despertó. Se desperezó y, aún medio dormido, contestó. Era Violante, una de sus
mejores amigas. Quería saber cómo estaba y cómo iba el proyecto de entrevistas
a personajes sobresalientes ya fallecidos. Cuando meses antes él le contó la
idea a Violante, a ésta le encantó. Fue una de las personas que más lo animó a
invertir tiempo en el proyecto. La encontró interesante y original.
- ¿Qué haces
ahora? – Preguntó Violante. Y agregó – Hace cinco días que no me llamas ni sé
nada de ti.
Valentino le explicó
que venía llegando de Santiago de Chile de trabajar en la entrevista de Neruda,
que su llamado lo había despertado y que aún no se había ni duchado ni cambiado
ropa.
Aunque tuvo la
intención de hacerlo, no se atrevió a comentarle la honda emoción que le había
causado el poder haber estado con el poeta entrevistándolo en vivo y en directo
porque podía pensar que estaba desvariando. A pesar que Violante era una de las
personas con más sentido común que conocía y con la cual se contaban casi todo,
prefirió callar. ¿Cómo explicarle que tenía una especie de amigo que se llamaba
Muchosnombres que había conocido en el Parque del Retiro, que aseguraba que era
“todo todo lo existente” y que había existido “siempre siempre”? ¿Cómo hacerla
a entender que igual Muchosnombres podía ser hombre como podía ser mujer? ¿Cómo
le iba a creer que Muchosnombres tenía una especie de empleado o adjunto que se
autodenominaba “el señor Destino”, quien en varias ocasiones le había
demostrado que era realmente quien influía en el destino de todos los hombres
que han existido y existen sobre la faz de la tierra? Y lo peor, lo más inverosímil ¿Cómo demostrarle que, además,
Muchosnombres le permitía viajar en el tiempo y el espacio?
- ¿Y qué
harás el resto del día? – Interrogó Violante, ajena a lo que estaba pensando el
brillante periodista.
- Descansar
y preparar mi viaje a Egipto.
- ¿A Egipto?
¿A quién vas a entrevistar en Egipto?
- Al faraón
Akenatón y a la reina Nefertiti.
- Valentino
¿Sigues dormido o me estás contando el sueño que acabas de tener?
- Perdona,
amiga. Olvídalo. Es tan asombroso lo que este último tiempo me está sucediendo que
incluso contártelo a ti me resulta difícil. Además no lo creerías.
Violante, husmeando
que algo grave o portentoso le sucedía a su amigo, retrucó:
- Como
siempre te digo, puedes confiar plenamente en mí. Lo mejor es que me lo cuentes
cuando vengas. Además has despertado mi curiosidad.
- No si
podré. Y si lo hiciere, insisto, no me creerías.
- Sí que
podrás y te creeré. ¡Anda!... dúchate, aféitate y te vienes a mi casa. Si
quieres puedes bañarte y rasurarte aquí. Aquí tienes ropa limpia. Además en mi
último viaje a Londres te he comprado un par de americanas y varias camisas,
algunas de las cuales podrías ponerte esta noche. También estuve en John Lobb.
Fui a retirar unos zapatos que hace seis meses te había mandado a hacer. Son
del modelo Oxford, de doble suela, como te gustan a ti.
- Gracias
Violante ¿Por qué me eres tan buena persona conmigo?
- Porque yo
quiero serlo.
- Vale, pero
creo que no merezco que además de buena amiga seas tan generosa conmigo ¿Por
qué me compras cosas que yo no te pido?
- Lo hago
porque me dan ganas de hacerlo. Y también porque eres mi mejor amigo. Nunca me
has fallado. Y, tercero, porque sabes que me sobra el dinero. Si ayudo a varias
instituciones ¿por qué privarme del placer de hacerle regalos a las personas
que adoro y que forman parte de mi vida?
- También yo
te adoro.
- Además ¿de
qué me sirve el dinero si no me diera la libertad de hacer aquello que quiero
hacer cuando siento la necesidad de hacerlo, y ayudar a quienes lo necesitan
más que yo?
- Tienes
razón. Coleccionar dinero es una soberana tontería. Después de todo quienes lo
tienen sólo por sentir la sensación de tenrlo, cuando mueren, ni siquiera se lo
pueden llevar al otro lado.
- Eso lo
aprendí de mi padre cuando era adolescente. Solía decirme que el dinero sólo
servía para satisfacer algunas necesidades y vivir un poco mejor. Pero dejemos
de hablar de guita; sabes que no me gusta hacerlo ¿A qué hora vendrás?
- ¿A qué
hora quieres que vaya?
- A la hora
que quieras, aunque a todos les he sugerido las nueve de la noche.
- ¡Ah!...a
todos…eso significa que hay más invitados. Y yo que me había
hecho ilusiones de
que pasaríamos la velada juntos.
- ¿Te parece bien que cuando se vayan todos juguemos al médico y a la paciente?
- ¡Mmmm! Eso
cambia las cosas. ¿Has invitado a mucha gente?
- No, es un
encuentro de apenas una docena de amigos.
- ¿Los
conozco?
- A casi
todos. La mayoría son colegas tuyos, profesionales de los medios de
comunicación. Pero esta vez te encontrarás con una sorpresa.
- ¿Sabes,
amiga? No lo creo, porque como te lo dije antes, por las cosas que últimamente
me están pasando ya casi no me sorprendo de nada.
- Vale.
Entonces no te lo digo.
- Anda, suéltalo
¿Cuál será la sorpresa?
- Que esta vez vendrán los Príncipes de Asturias.
- ¿Los Príncipes de Asturias?
- Sí. Ya sabes que a Letizia la conozco desde niña, de cuando estudiábamos en
el mismo colegio en Asturias. Y nunca nos hemos perdido la pista. Conmigo ella sigue
siendo la misma persona que conocí antes de que conociera a don Felipe.
- ¡Ts…ts!
Entonces será todo demasiado formal. Preferiría quedarme en casa, relajadito, viendo
una buena película.
- No te
preocupes; no será una velada almidonada. Vienen en calidad de amigos a un
encuentro de amigos.
- ¿Debo
ponerme traje formal?
- ¡Qué dices!
Será un encuentro informal. Con excepción de ti, todos los demás son amigos o
conocidos de Letizia. No es la primera vez que nos reunimos en mi casa. Lo que
pasa es que tú nunca has coincidido con ellos. Para que estés tranquilo ella
misma siempre me pide que no haya protocolo.
- ¡Vale vale
vale!
- ¿Qué
significa ese triple vale?
- Que iré,
bandarra, que iré.
- Un beso. Entonces
nos vemos en algunas horas. Habrá tortilla de patatas hecha de la forma y con
los condimentos que te gustan a ti.
Valentino cortó y a duras
penas caminó hasta la cocina. Se preparó un café y se fue a afeitar. Luego preparó la bañera con agua tibia y se metió en ella.
Estuvo con su cuerpo
sumergido en el agua más de media hora,
hasta que experimentó una sensación de
querer comerse el mundo.
Como de
costumbre, se fue caminando a la casa de Violante. Pero antes pasó por el VIP’s.
Sentía necesidad de echarle una mirada a las portadas de los periódicos y de
las revistas. Aunque había estado menos de una semana fuera, le parecía que
habían sido años. Probablemente el haber compartido un par de horas con una
persona que hacía muchos años había fallecido y a la que tanto admiraba le
hacía experimentar la sensación de haber estado ausente de Madrid muchos años.
Poco a poco, a medida que iba observando lo que cientos de veces había mirado y
a volver a experimentar el placer de caminar libremente por Madrid, le fue
entrando una enorme alegría en su corazón. Hasta comenzó a silbar. Solía
hacerlo cuando estaba feliz; o casi feliz.