(Foto: Aquiles Torres Retamal)
Entrada 54.
Entrada 54.
La mañana siguiente, exhaustos del festín de amor que se habían dado durante la noche, los amantes se despertaron pasadas las nueve y media de la mañana. Probablemente, si no hubiera sido por la luz del sol que dejaba pasar el estor transparente del dormitorio, hubieran seguido durmiendo hasta mediodía.
Cuando Violante fue consciente de la hora dio un brinco y, tal como estaba, desnuda, se fue directo a la ducha y exclamó:
- ¡Mierda! No oí la alarma del despertador; llegaré tarde a la reunión.
Mientras, Valentino aún medio dormido, sonriente, divertido por la situación, acariciaba la almohada y se arrellanaba en las sábanas que aún exhalaban el aroma de la bella mujer.
Cuando Violante fue consciente de la hora dio un brinco y, tal como estaba, desnuda, se fue directo a la ducha y exclamó:
- ¡Mierda! No oí la alarma del despertador; llegaré tarde a la reunión.
Mientras, Valentino aún medio dormido, sonriente, divertido por la situación, acariciaba la almohada y se arrellanaba en las sábanas que aún exhalaban el aroma de la bella mujer.
- El tiempo no transcurre, como afirma Muchosnombres, todo sucede en un mismo instante, en un nudo del espacio-tiempo. Entonces ¿para qué preocuparnos? - repetía en sordina, entre risas templadas por la buena educación.
Cuando recobró completamente la conciencia y dejó de murmurar dislates, el periodista se puso de pie y se dirigió a la cocina a intentar preparar el desayuno. Estaba en ese menester cuando apareció Violante vestida en forma impecable, como una modelo de alta costura. Caminando a gran velocidad, era como un cometa luminoso surcando el espacio de la estancia.
Bella como siempre, sus cabellos parecían danzar en el aire, y varios detalles de la simetría del óvalo de su rostro, de sus ojos, de su nariz respingona, de sus labios naturales, de unas cuantas pecas tan bien dispuestas que lucían como si alguien las hubiera tatuado para mayor gracia de la muchacha, evidenciaban que la naturaleza había sido generosa con ella.
Se detuvo un momento, tomó el vaso de jugo de naranjas que le había exprimido su amor y se lo bebió de una vez. Luego le dio un beso en la mejilla, agregando un “te llamo más tarde y te cuento si hemos cerrado el acuerdo”. Pero Valentino intento retenerla más tiempo.
- ¿Por qué no te quedas todo el día conmigo? Después de todo eres la propietaria de la empresa y la jefa de todo.
- ¿Quedarme? Claro que que querría quedarme pero porque soy la propietaria de la empresa debo dar el ejemplo. Además ¿Quién haría por mí todo lo que yo he programado para hoy?. Hay argumentos que otros no conocen. Vendrán clientes de la Unión Europea, y hasta rusos, árabes y chinos. Tengo que estar, mi chico guapo. Sabes que he invertido varias semanas en preparar este encuentro. Incluso he pasado varias noches en vela. Debo presentarles yo el nuevo proyecto. Soy yo quien ha dirigido el equipo. Soy yo quien ha repartido los roles. Todos queremos cerrarlo cuanto antes para empezar la fase de ejecución.
Bella como siempre, sus cabellos parecían danzar en el aire, y varios detalles de la simetría del óvalo de su rostro, de sus ojos, de su nariz respingona, de sus labios naturales, de unas cuantas pecas tan bien dispuestas que lucían como si alguien las hubiera tatuado para mayor gracia de la muchacha, evidenciaban que la naturaleza había sido generosa con ella.
Se detuvo un momento, tomó el vaso de jugo de naranjas que le había exprimido su amor y se lo bebió de una vez. Luego le dio un beso en la mejilla, agregando un “te llamo más tarde y te cuento si hemos cerrado el acuerdo”. Pero Valentino intento retenerla más tiempo.
- ¿Por qué no te quedas todo el día conmigo? Después de todo eres la propietaria de la empresa y la jefa de todo.
- ¿Quedarme? Claro que que querría quedarme pero porque soy la propietaria de la empresa debo dar el ejemplo. Además ¿Quién haría por mí todo lo que yo he programado para hoy?. Hay argumentos que otros no conocen. Vendrán clientes de la Unión Europea, y hasta rusos, árabes y chinos. Tengo que estar, mi chico guapo. Sabes que he invertido varias semanas en preparar este encuentro. Incluso he pasado varias noches en vela. Debo presentarles yo el nuevo proyecto. Soy yo quien ha dirigido el equipo. Soy yo quien ha repartido los roles. Todos queremos cerrarlo cuanto antes para empezar la fase de ejecución.
Le dio un último beso, le mordió los labios, le guiñó un ojo y le dijo: “lo de anoche fue espectacular; creo que los dos tocamos el cielo. Deberíamos repetirlo esta noche”. Cerró la puerta y se fue.
Pasaron apenas unos segundos, y cuando Valentino se estaba llevando a la boca la taza con café, de la nada, aparecieron Muchosnombres y el señor Destino.
- Nosotros sí que queremos desayunar contigo – le dijeron a dúo imitando la voz de Violante, entre risitas que parecían significar “¡está enamorado…está enamorado!”.
- Vale, exprimiré más jugo de naranjas.
- Y también queremos café con leche muy caliente y ensaimadas de Mallorca, rellenas de cabello de ángel.
- Veo que las señorías vienen con el apetito “amplio”.
- Sí sí, extremadamente amplio.
- Lo lamento pero van a tener que contentarse con cruasanes a la plancha, untados con mantequilla y mermelada de melocotón.
- No vamos a decir que no. Pero a mi cruasán dale el doble de tiempo en la plancha – comentó Muchosnombres
- Y a mí me gustan tostaditos – hizo público el señor Destino.
Mientras desayunaban, los tres rieron. Valentino lo hacía como si ellos fueran sus iguales y hubieran sido amigos suyos de toda la vida; apreciación que, por supuesto, era falsa. Las diferencias entre los tres eran inmensas. Del trío, el único realmente importante era Muchosnombres. El señor Destino era apenas un “empleaducho”, un mandado de él. Y Valentino ni siquiera terminaba de entender qué era él para Muchosnombres. Realmente no estaba convencido si era de carne y hueso o quizás era sólo un producto de la imaginación, o un sueño de quien se definía como el poderoso “todotodo siempresiempre” quien, además, desde que lo conoció en un banco del Parque del Retiro de Madrid, le había demostrado con hechos que no era un mago de tres al cuarto, ni un pícaro nigromante medieval, ni un engañabobos de poca monta.
- Sí sí, extremadamente amplio.
- Lo lamento pero van a tener que contentarse con cruasanes a la plancha, untados con mantequilla y mermelada de melocotón.
- No vamos a decir que no. Pero a mi cruasán dale el doble de tiempo en la plancha – comentó Muchosnombres
- Y a mí me gustan tostaditos – hizo público el señor Destino.
Mientras desayunaban, los tres rieron. Valentino lo hacía como si ellos fueran sus iguales y hubieran sido amigos suyos de toda la vida; apreciación que, por supuesto, era falsa. Las diferencias entre los tres eran inmensas. Del trío, el único realmente importante era Muchosnombres. El señor Destino era apenas un “empleaducho”, un mandado de él. Y Valentino ni siquiera terminaba de entender qué era él para Muchosnombres. Realmente no estaba convencido si era de carne y hueso o quizás era sólo un producto de la imaginación, o un sueño de quien se definía como el poderoso “todotodo siempresiempre” quien, además, desde que lo conoció en un banco del Parque del Retiro de Madrid, le había demostrado con hechos que no era un mago de tres al cuarto, ni un pícaro nigromante medieval, ni un engañabobos de poca monta.
Apenas Muchosnombres percibió lo que Valentino solía a veces pensar, replicó con un trueno de voz:
- ¿Sigues creyendo que tú y todas tus circunstancias son un sueño? Lo entiendo. Es bastante posible. Es natural. Después de todo los seres humanos no paráis nunca de soñar. Y ahora, para que me entiendas, te voy a repetir una vez más que esos conceptos que llamáis pasado, presente y futuro no son tales. Debido a esta deformación cerebral, gastáis más tiempo en rehacer el pasado y en imaginaros el futuro. En cambio, casi no invertís tiempo en vivir el presente. Y que conste que no te estoy riñendo. Simplemente sois así. Este punto débil es consustancial a tu especie, lo tenéis todos, sin excepción: los mejores y los peores, los soñadores y los pragmáticos, los que creéis en Dios y los ateos, los muy inteligentes y aquellos cuyo coeficiente intelectual llega apenas a la frontera de la normalidad.
- ¿Crees que los hombres somos tan soñadores como tú afirmas?
- Jajá. ¿Que si sois soñadores? Profundamente soñadores, lo cual no es malo. A veces os sirve como un placebo de la realidad. Después de todo ¿acaso "El Lago de los Cisnes" no fue un sueño que tuvo Tchaikovsky antes de ser un ballet excelso?, ¿Y "Romeo y Julieta" no fue un sueño del dramaturgo William Shakespeare antes de ser la tragedia más famosa del mundo?, ¿Y la cúpula del edificio de la gran palmera, construido en la isla de Saadiyat, no fue un sueño del arquitecto Jean Nouvel antes de ser el maravilloso "paraguas de luz" del museo Louvre de Abu Dhabi?, ¿Y el tríptico "El Jardín de las Delicias" no fue un sueño de El Bosco antes de pintarlo?
- Más bien fue una pesadilla - acotó Valentino.- Según como se mire, sí - apostilló el señor Destino.
- Valentino, dime ¿Visionas tus entrevistas antes de hacerlas? ¿Las sueñas?
- Sí, acostumbro imaginármelas.
- A propósito de entrevistas, me parece muy interesante la que ahora estas "imaginando".
- Sí, acostumbro imaginármelas.
- A propósito de entrevistas, me parece muy interesante la que ahora estas "imaginando".
- ¿A cuál te refieres?
- A la que harás al humano Johann Gutenberg, inventor de la imprenta.
- ¿Cómo lo sabes? - preguntó Valentino a Muchosnombres.
Al hacer esta pregunta Valentino pecó de ingenuo. A pesar de los maduro y reflexivo que era, hacerle esta pregunta a Muchosnombres era como preguntarle a un humano "¿De qué color es el caballo blanco de Napoléon"?
Como Muchosnombres, además de ser quien decía ser, era magnánimo, para no ofender al periodista, se disculpó:
- A la que harás al humano Johann Gutenberg, inventor de la imprenta.
- ¿Cómo lo sabes? - preguntó Valentino a Muchosnombres.
Al hacer esta pregunta Valentino pecó de ingenuo. A pesar de los maduro y reflexivo que era, hacerle esta pregunta a Muchosnombres era como preguntarle a un humano "¿De qué color es el caballo blanco de Napoléon"?
Como Muchosnombres, además de ser quien decía ser, era magnánimo, para no ofender al periodista, se disculpó:
- Perdona, he visto el esquema de la entrevista al inventor de la imprenta en tu computador; lo has dejado abierto. Es una idea magnífica. La imprenta cambió el mundo.
Para cambiar de tercio, el señor Destino volvió a hablar de la comida que estaban degustando y, hábilmente, le dio las gracias a Valentino: "Gracias, nunca antes había comido cruasanes tan deliciosos como estos que nos has servido; ojalá este desayuno se repita más seguido".
Para cambiar de tercio, el señor Destino volvió a hablar de la comida que estaban degustando y, hábilmente, le dio las gracias a Valentino: "Gracias, nunca antes había comido cruasanes tan deliciosos como estos que nos has servido; ojalá este desayuno se repita más seguido".