martes, 12 de marzo de 2013

Leyendo a Neruda Valentino ve al poeta 
como en una película en blanco y negro

Capítulo 39


Una perspectiva del jardín de la casa de Neruda en Isla Negra.
Fotografía realizada por Aquiles Torres.

     Antes de comenzar a escribir sobre Neruda, Valentino estuvo un par de semanas informándose acerca de la vida y de la obra del gigantesco personaje. Durante ese período consultó algunos de los numerosos libros que se han escrito sobre el poeta. “Confieso que he vivido” se transformó en su libro de cabecera, y leyó y releyó gran parte de los poemas escritos por el vate que le generaron sensaciones diversas. Tan hondamente los percibió Valentino que creyó que, probablemente, sentimientos parecidos a los experimentados por él al leerlos habría sentido Neruda al escribirlos.

     Mientras leía y recitaba en voz alta los primeros versos del poeta, los de su niñez y adolescencia, Valentino percibió que destilaban una gran dosis de soledad y la búsqueda de una identidad dispersa. Se introdujo tanto en el personaje, que a veces, hasta creyó oír la canción monocorde de la lluvia de Temuco y la sensación hiriente del frío y del vaho gélido de la tierra de esa región que entonces llamaban “la frontera”. Le pareció que esa humedad no sólo había empapado las ropas y el calzado del entonces joven Pablo, sino que también había impregnado totalmente su poesía. Gracias a su imaginación prodigiosa, Valentino lo vio como en una película en blanco y negro cuando, vestido de oscuro traje provinciano y acompañado apenas de un destartalado baúl, en 1921 llegó a la capital de Chile, a una triste pieza de una pensión sita en la calle Maruri 513, a un centenar de metros al norte del río Mapocho. Allí, solo, lejos de sus amores adolescentes y de los bosques perfumados y enmarañados de Temuco, se imaginó a Pablo meditabundo, observando el cielo que cada tarde le traía lo que en uno de sus poemas llama “maravillosos crepúsculos de cobre”. Valentino llegó a la conclusión que en un modesto balcón de esa pensión de la calle Maruri, mirando los atardeceres llenos de fuego y los tejados de esas modestas casas bajas, el joven poeta se percató que, definitivamente, se  había desraizado de su niñez y de su adolescencia.

     Comenzó entonces una época dura para Neruda. Estaba tan escaso de recursos que a duras penas consiguió sobrevivir. Con poca ropa y con mucha hambre, en 1927 por fin abandonó Chile para ocupar un cargo oficial en Rangoon (Birmania). Allí, al otro lado del mundo, en una región que era totalmente distinta a lo que hasta entonces había conocido, creció su sensación de soledad cósmica y de aislamiento. La añoranza lo hizo sentirse depresivo y desterrado. Probablemente fue entonces cuando, mirando las constelaciones que brillaban durante la noche en los cielos de Rangoon, se le metió el cosmos en su cerebro. En algunas de sus cartas de entonces confesó que todo era tan distinto que le parecía estar soñando.

     Todos los poemas de Neruda, desde que Valentino los leyó desde niño, siempre, le parecieron obras de arte de primera magnitud, pero el que más lo emocionaba era “Farewell”. Sobre todo aquella sencilla estrofa que dice: “Fui tuyo, fuiste mía ¿Qué más? Juntos hicimos un recodo en la ruta donde el amor pasó”.

     Días después, mientras el inquieto periodista ultimaba en su salita de trabajo los preparativos del viaje a Chile, de sopetón, aparecieron junto a él la bella Muchosnombres y el atlético y espigado señor Destino. Al verlos salir tan repentinamente de las brumas de la nada, Valentino dio un brinco y los quedó mirando sorprendido.

- Muchacho ¿Todavía no te acostumbras a nuestras visitas? – Interrogó Muchosnombres con una suave y cautivamente voz femenina cargada de intención.
- No, la verdad es que no me acostumbro. Y tampoco termino de creer que esto me esté sucediendo a mí. Que sea real vuestra existencia. A veces creo que sois parte de un sueño. Aunque me encanta que me visitéis, ahora mismo estaba tan enfrascado en mi trabajo que lo que menos esperaba era veros.
- Chico, no seas tan escéptico. Mira la parte positiva de esta situación. Estás haciendo un buen trabajo; recibirás muy buenas críticas – Le pronosticó el señor Destino. 
- ¿Sabes? Hemos decidido acompañarte en tu aventura nerudiana – agregó Muchosnombres.
- ¿Acompañarme? – Interrogó Valentino.
- Sí, nos apetece acompañarte ¿Te parece bien que nos traslademos directamente hasta Isla Negra?
- Directamente no Muchosnombres, antes quiero pasar por Santiago a saludar a Michelle.
- ¿Para qué perder tiempo en Santiago? A ella la hacemos aparecer en el momento en que golpeemos en la puerta de la casa de Neruda y asunto arreglado.
- Querida Muchosnombres, perdona que sea tan tiquismiquis, pero quiero pasar a buscar a Michelle a su casa. ¿Puede ser? Cuando hace un par de semanas la fui a dejar al aeropuerto de Barajas le conté de este proyecto y le aseguré que lo comenzaría con Neruda. Y no sólo se ilusionó mucho, sino que también me animó. Entonces le prometí que cuando fuera a Chile a hacer el reportaje fotográfico para seguir la huella del poeta y a entrevistar a gente que lo conoció, pasaría a verla.
- Vale, entonces primero pasaremos por su departamento y asunto arreglado ¿Estás contento?
- Gracias. Y desde allí podremos ir hasta Isla Negra en su automóvil. Así también aprovecho hacer fotos de Santiago y del litoral chileno.
- Bien, si tú lo quieres, así lo haremos. Pero ¿Y si Michelle está afuera, trabajando? En ese caso perderíamos el tiempo.
- ¿Qué tiempo? Si tú me has dicho que aunque no sea capaz de entenderlo todo sucede al mismo tiempo ¿Lo has olvidado? Además basta con que tú lo quieras y ella estará allí.
- ¡Touché!
- Señor Destino, si vamos a ir juntos, por favor arregla todo para que Michelle esté – rogó Valentino. Y agregó – Además a Michelle también le fascina la poesía y el mundo de Neruda. Ella sabe que el poeta amaba México.
- ¡Vale…vale, hombrecito complicado! Nunca había conocido un pedazo de pedigüeño tan grande como tú. Ni siquiera los curas del bajo clero durante la Edad Media lo eran tanto.
- ¿Seguro?
- Bueno, si no contamos a Alejandro Magno, a la familia Borgia, a María Antonieta, a Napoléon, y a unos cuantos más, después de ellos vienes tú. Si somos tan benevolentes contigo es porque la mayoría de los humanos que contactamos, siempre pretenden hacer peticiones para su beneficio personal. Tú en cambio eres especial. Nunca has solicitado nada para ti. Sé que lo que ahora pides es por Michelle.

     Y en el instante mismo en el que el señor Destino pronunció el nombre de la mexicana se encontraron tocando el timbre de un apartamento situado en la planta dieciocho de un moderno edificio de la Avenida Kennedy de Santiago de Chile. A los diez segundos, sintieron que alguien se acercaba a la puerta y preguntaba:
- ¡Sí!...¿Quién es?
-  Soy Valentino, Michelle.
- ¿Valentino? ¿Valentino de Madrid? – Se oyó a Michelle gritar detrás de la puerta, al tiempo que abría.

     Tras comprobar que el periodista venía acompañado por Muchosnombres y por el señor Destino, a quienes había conocido en Madrid, ella volvió a demostrar su alegría, mientras exclamaba:
- ¿Pero esto qué es? ¿Es una invasión? ¡Adelante, amigos!

     Al instante Valentino le platicó que iban a Isla Negra a hacer la entrevista de la que le había hablado en el aeropuerto de Madrid.
- ¿Recuerdas que te conté acerca de mi proyecto de entrevistas imaginarias a notabilidades ya desaparecidas.
- Sí, claro que lo recuerdo. También recuerdo que me comentaste que comenzarías por Neruda.
- Efectivamente, a entrevistarlo he venido.
- ¿Qué? ¿Estás bien? ¿Cómo vas a entrevistar a alguien que ya no existe? Tú sabes que el poeta murió en septiembre del 73.
- Naturalmente que lo sé. Pero esta serie de entrevistas será algo especial. Las iniciaré en los lugares más significativos en los que vivieron estos genios. En este caso quiero comenzar en una de las casas más queridas del poeta para sentirlo más cerca de mí. Creo que yendo a Isla Negra sentiré su presencia y le haré preguntas como si él estuviera presente.
- Valentino ¿Seguro que estás bien? – Insistió Michelle.

     Sólo entonces Muchosnombres abrió la boca para decir: “Está mejor que nunca”. Y el señor Destino agregó: “Este trabajo será uno de los más leídos de su vida”

- ¿Y tú cómo lo sabes? – Lo interrogó Michelle.
- Simple intuición…simple intuición, pequeña linda.
- ¿Nos quieres acompañar, Michelle?
- Naturalmente que quiero. Sabes que me gusta estar cerca de ti. Sentaos mientras arreglo mis cosas ¿Queréis tomar algo mientras me esperáis?
- Gracias, pero hemos desayunado en el avión – Mintió Valentino.

     Pocos minutos después, guiados por la mexicana, bajaron al parking del edificio y subieron al vehículo que los llevaría rumbo a Isla Negra. Nada más asomarse a la calle Michelle notó que algo raro ocurría. Notaba todo cambiado. Nada parecía igual. Michelle no sabía que Muchosnombres había manipulado el tiempo. No era un día de marzo de 2013. El presente que estaban viviendo era el correspondiente al del 25 de octubre de 1970, exactamente el día siguiente de ser ratificado Salvador Allende como Presidente de Chile por el Congreso Pleno.   

- ¡Qué extraño! No sé si estoy soñando, pero tengo la sensación de estar en otra ciudad; todo está cambiado y la pantalla de mi navegador GPS está en blanco. No lo entiendo – reclamó Michelle.

     El señor Destino, percatándose del problema, le sopló al oído:
- No te preocupes, nena. He comprado un plano de esta zona de Chile. Anda, tira por esa avenida todo recto hasta que yo te avise.

     Michelle, feliz de sentir una vez más junto a ella a Valentino, prefirió no pelear con su memoria y, finalmente, se dejó guiar por el señor Destino. Bajaron por Providencia hasta la Plaza Italia. Enfilaron por La Alameda abajo, hasta tomar por el camino que los llevaría a la costa. Pasaron por los pueblos de Maipú, Padre Hurtado, Peñaflor, Talagante, Melipilla y Leyda. Cuando llegaron al puerto de San Antonio giraron a la derecha por una carretera ondulante desde la que se veía la inmensidad del Océano Pacífico. Tras decenas de curvas, a los quince minutos arribaron al balneario de Cartagena y, desde allí, siguieron el camino que transcurre junto al mar. Pasaron San Sebastián, El Tabo y, finalmente, llegaron al tranquilo pueblo de Isla Negra. El señor Destino, como si hubiera vivido toda su vida en el lugar, guió a Michelle hasta la residencia del iluminado rapsoda. Se bajaron del vehículo y juntos se dirigieron al portalón de entrada. Tocaron dos veces sin suerte. Sólo cuando lo hicieron por tercera vez sintieron pasos y la puerta se empezó a abrir.    

jueves, 3 de enero de 2013


Valentino informa a Michelle que viajará a Chile para hacer una entrevista imaginaria a Neruda

Capítulo 38


Una vista de Santiago de Chile.
Fotografía realizada por Aquiles Torres

     Después de pasar varios días con Valentino en Madrid, Michelle, 
con un mohín de tristeza en su hermoso rostro, comenzó a preparar su valija para irse al aeropuerto a tomar el avión que la llevaría a Santiago de Chile donde estaba la base de su trabajo. Hubiera preferido quedarse una semana más, pero sus vacaciones llegaban a su fin. A media mañana Valentino la llevó a la Terminal 4 del Aeropuerto de Barajas. Aparcó donde lo hacía siempre. En la zona D, la misma en la que a las nueve y un minuto de la mañana del 30 de diciembre de 2006, ETA hizo estallar una furgoneta cargada con 200 kilos de explosivos, causando la muerte de dos hombres ecuatorianos, numerosos heridos, y severos daños a la estructura del edificio.

     Gracias a que llegaron al aeropuerto con antelación, tuvieron tiempo parta sentarse en una de las cafeterías de la planta de salidas del aeropuerto. Mientras degustaban un “cortado”, en medio del tráfago de viajeros, aprovecharon para retomar la conversación sobre su relación que habían dejado inconclusa la noche anterior.

     Efectivamente, horas antes, en el amplio y acogedor salón del departamento de Valentino, acompañados por música clásica, intercambiaron puntos de vista acerca de su vínculo. Michelle fue franca, le confesó que cada día se sentía emocionalmente más próxima a él y que, probablemente, ya estaba cerca de la frontera del amor y que ella estaba dispuesta atravesar esa línea. Valentino le precisó con delicadeza que la profunda amistad que sentía por ella aún no había entrado en un sentimiento del calado que comentaba ella. Le explicó que por ahora le era difícil ir más allá, porque el nudo que le había dejado la última mujer de la que había estado profundamente enamorado, hacía muy poco lo había desatado del todo. Michelle le contestó que lo entendía y que no le importaba esperar todo el tiempo que hiciera falta, que igual era feliz cuando estaba cerca de él o cuando escribía o leía las cartas que se intercambiaban por correo electrónico. Le recordó que él sabía que a ella, en un par de ocasiones también le había sucedido algo parecido, y que en ambas oportunidades, sólo después de un tiempo de finalizar esas relaciones, se había arrepentido no haber cortado antes y de haber sido tan generosa entregando a manos llenas sus sentimientos y su intimidad.

- Me alegro que lo entiendas – Le contestó Valentino, y le aseguró que él ya estaba en esa etapa en que por las noches podía dormirse sin pensar en aquella muchacha que lo había defraudado. Y agregó, entrecerrando los ojos - ¿Sabes? Aunque casi siempre que se extingue un amor solemos decir casi lo mismo, ahora no entiendo cómo pude haberla llegado a amar. Debe haber sido por ese velo celeste que nos pone el amor ante los ojos y que hace que veamos todo como en un caleidoscopio.

- Pero ¿No te diste cuenta que ese amor podía terminarse?

- Al principio no. Porque cuando uno se enamora cree que es para siempre. En este caso aunque unos amigos me advirtieron de su exagerado egocentrismo y de que mantenía un espeso poso de rencor, no lo tomé en cuenta; pensé que podía ser envidia de quienes me lo contaron. Entonces cometí un grave error. E, incluso, aunque percibí evidencias de los comentarios, seguí negándome a creer que esa mujer era de esas personas adictas a mantener encendida la llama del rencor.

- ¿Solías mirarla a los ojos?

- Sí, lo hacía. Pero probablemente no supe leer en su interior. Ahora recuerdo que tampoco nunca la oí pedir perdón. Se creía infalible. Y poco a poco, por fruslerías, comenzaron las brisas del desencuentro. Y lo que al comienzo fueron puntos de vista distintos sobre determinados asuntos, poco a se fueron transformando en un huracán de desavenencias. Pero no la culpo de nada. Ella es así y, probablemente será así hasta el último día de su vida. Y lo más probable es que a ella le sucediera lo mismo respecto a mí. Talvez vio mi imagen reflejada en un espejo y no mi a verdadero yo.

- ¿Fue un período largo?

- Fue más largo porque prolongué en el tiempo una decisión final, pensado en que iba a cambiar. Y esa decisión fue otro error, porque no tuve en cuenta que a nuestra edad los seres humanos, en lo substancial, no cambiamos hasta que morimos. En fin, fueron las circunstancias, el maldito destino que primero nos enceguece y nos impide descifrar el interior del ser amado.

- Así es. Y una vez que las emociones se han desbocado, los hados nos obligan a hacer malabarismos con los sentimientos hasta que un día, sólo cuando todo se ha desmoronado, volvemos a la realidad. Sin embargo yo te veo bien, te percibo feliz, Valentino.

 - Me ves feliz porque estoy feliz. En realidad casi toda mi vida he visto el vaso medio lleno. Cada día suelo levantarme lleno de energía e irme a la cama contento con mi vida. El tiempo me ha devuelto el tono emocional. Ahora ya siento por ella sólo un batiburrillo de sentimientos neutros. Como nos sucede a todos, ella también debe tener sus razones para ser como es. Y hasta creo conocerlas. Pero lo que es yo, siempre que me ha ocurrido algo parecido, he necesitado de cierta distancia de tiempo para intentar volver a sentir la necesidad de enamorarme de nuevo.

     Michelle le volvió a recordar que a ella le había sucedido algo parecido, pero que ya se le había pasado el sarampión. En su caso creía que él era el bálsamo que habían hecho desaparecer las marcas de esos tatuajes oscuros que, dicen, a veces permanecen en la piel hasta la muerte.

     Cuando se percataron que para Michelle se aproximaba la hora de embarcar, dejaron de lado el tema de su, por ahora, amistad con derecho a cariño, a caricias y hasta sexo. Valentino aprovechó para contarle que había comenzando a escribir el primero de una serie de entrevistas imaginarias a personajes notables que ya habían muerto, y que comenzaría con Pablo Neruda. Por esta razón creía que pronto se volverían a ver en Santiago de Chile.

- ¿Por qué quieres comenzar por Neruda, Valentino?

- Primero por su genialidad que lo llevó a obtener el Premio Nobel de Literatura en 1971. Pero también porque quiero conocer más detalles de su vida tan intensa, que fue casi toda ella una interesante aventura. Y por supuesto, quiero conocer más detalles de su muerte acaecida el 23 de septiembre de 1973. Aunque Pablo Neruda estaba enfermo de cáncer, falleció en circunstancias todavía no aclaradas del todo. Dicen que también influyó una fuerte dosis de tristeza y decepción al comprobar que el proceso por el que había luchado toda su vida se había derrumbado.

     Efectivamente, pocos días antes del fin de la vida del gran vate, el 11 de septiembre de 1973, cuatro militares sediciosos, con el traicionero general Pinochet a la cabeza, dieron un cruento golpe militar contra el presidente constitucional de Chile.

     Del golpe se hablaba desde hacía meses y, de hecho, hubo una tentativa frustrada unos meses antes. Pero esa madrugada, cuando el Presidente Allende se convenció que esta vez era el golpe definitivo, ordenó a sus escoltas que los trasladaran desde su residencia de Tomás Moro hacia el palacio presidencial situado en el centro de Santiago. Cuando llegó a su puesto de mando se percató que era una batalla perdida. Sin embargo decidió luchar hasta el final defendiendo la frágil democracia. Y así lo hizo saber a quienes lo acompañaban, y a todos los chilenos a través de una emisión que transmitió una de las pocas radioemisoras que aún podían hacerlo. A pesar de la tensión del momento, improvisó uno de los discursos más emotivos, de más sentido común y de más hondo calado político desde la independencia del país.

     Los golpistas fueron tan desalmados y tramposos, que cuando se aseguraron que tenían a su favor a la mayoría de los miembros de las fuerzas armadas para luchar contra el pueblo desarmado, para aparentar generosidad, a través de un militar de enlace de voz engolada que tenía su puesto de mando en el Ministerio de Defensa, situado apenas a doscientos metros del palacio de gobierno, le propusieron al Presidente perdonarle la vida a cambio de su renuncia. Le llegaron a ofrecer un avión para que saliera al exilio. Pero lo que realmente querían, y esto está demostrado por unas grabaciones de radioaficionados que luego se hicieron públicas y dieron la vuelta al mundo, era atacar y abatir la aeronave para simular un accidente. Como el valiente mandatario declinó la oferta y también renunciar al cargo que había conseguido en las urnas en un proceso democrático, una hora más tarde, el cobarde Pinochet, escondido en su guarida de mando en las faldas de la Cordillera de los Andes, ordenó atacar el Palacio de La Moneda por tierra y aire. De este modo, y a pesar de la desigualdad de fuerzas en relación al número de patriotas que decidieron permanecer junto al Presidente para defender La Moneda, soldados de infantería armados hasta los dientes y parapetados tras sus carros de combate, comenzaron a disparar contra el palacio de gobierno. No contentos con su superioridad, entre las 11:52 y las 12:13 horas, aviones de guerra Hawker Hunter cargados con rokers y pilotados por aviadores sin honor, hicieron siete pasadas soltando sus proyectiles para incendiar y destruir La Moneda con el fin de forzar al Presidente Allende a rendirse. Sin embargo, en un gesto que lo hizo pasar a la historia, Allende no se rindió y luchó hasta la muerte.

     Cuando todavía el cadáver del Presidente mártir estaba tibio, los golpistas cobardes oficializaron lo que, pomposamente, denominaron “junta de gobierno”, intentando maquillarla para que todo pareciera legal. Lo que sucedió a partir de entonces fue infernal: miles de asesinados y desaparecidos; decenas de miles de torturados; innumerables detenidos en campos de concentración; cientos de miles de exiliados; y todos los logros conseguidos por años y años de lucha de los trabajadores, cercenados. Todavía hoy, a casi cuarenta años del inicio de esa barbarie, no ha sido posible calcular las unidades de dolor que causaron y siguen causando los cuatro cabecillas, sus lugartenientes, y todos los secuaces que integraron esa banda diabólica. A pesar del tiempo transcurrido, las heridas siguen sin cerrar del todo y el dolor continúa. Los mancillados y los seres queridos de las víctimas insisten que sólo sentirán alivio a su aflicción cuando el último de los golpistas desaparezca de la faz de la tierra.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Un sueño imposible
Capítulo 37
Fotografía realizada en el Mercado de san Miguel de Madrid 
por Aquiles Torres.

     Después de rogarle a Muchosnombres que hiciera volver a la vida a Michelle, Valentino quedó durante unos momentos paralizado. Al ver a Michelle muerta, pensó en su hermano mayor que había fallecido muchos años atrás. Recordó que cuando estaban velándolo en la iglesia, en medio de un silencio sepulcral, por lo altavoces del templo comenzó a sonar la que había sido su canción favorita: “El Sueño Imposible”. Fue muy impactante para él y para casi todos los que conocían lo que la canción había significado para ese joven que acababa de morir. Desde entonces, cada día había mantenido a ese hermano cerca de él, en el primer círculo de sus pensamientos. Muchas veces, cuando necesitaba contar algo muy íntimo que no se atrevía a compartir con nadie, sobre todo cuando se trataba de penas de amores, o de las masacres e injusticias que veía en los escenarios de países en guerra, reconstruía su imagen y se las comentaba a él. Cuando esto sucedía, siempre ponía la canción que ese día lo estremeció hasta la médula. A veces lo hacía mientras conducía su coche. Imaginaba que su hermano iba a sentado a su lado y, en silencio, iniciaba un diálogo imaginario con él. En otras ocasiones, cuando volvía de un duro viaje de trabajo de esos que le hacían sangrar el alma, se recluía en su salita de música, encendía su reproductor de discos compactos y dejaba que “El Sueño Imposible” lo envolviera. Así, en medio de la bruma de la música, conseguía regresar a su niñez, cuando con su hermano jugaban en el pueblo de montaña donde la familia tenía esa gran casona varias veces centenaria. Casi siempre, al principio lo embargaba una pena inmensa y amarga, pero a continuación, poco a poco, iba llenándose de una energía desconocida que lo animaba y le duplicaba las ganas de vivir. Luego se levantaba lleno de optimismo y deseos de seguir viviendo y luchando por los valores que más apreciaba: la justicia y la amistad. Aunque aún era joven, el amor lo dejaba a un lado porque dudaba que algún día volviera a experimentarlo de nuevo.

     Repentinamente, como un látigo lanzado al aire, Muchosnombres lo hizo volver a la realidad, sugiriéndole:
Mira el cuerpo de Michelle.

     Lentamente Valentino bajó la cabeza hasta el rostro pálido, sin vida de la bella joven, y comprobó que ese cuerpo que hasta entonces había permanecido inerte y opaco, empezaba a llenarse de una suave luz dorada. A los pocos segundos una cinta luminosa comenzó a centellear alrededor de ella.

       - Tranquilízate Valentino, Michelle ya está en este lado de nuevo.

     Valentino se abalanzó sobre ella, acarició sus cabellos y la miró a los ojos.
       -  ¿Estás bien? – La urgió a que le respondiera. Michelle lo miró con
atención, pero tardó varios segundos en contestar. Parecía no entender lo que estaba sucediendo.
       -  Sí, estoy bien ¿Por qué me lo preguntas de este modo?
        -  Pero ¿Te sientes bien del todo?
         -  Sí, mejor que nunca. ¿Pero qué te sucede? ¿Por qué estás
tan nervioso? Tienes una cara como si hubieras visto la muerte de frente - Comentó la muchacha en un tono inocente, ignorante que durante unos segundos había dejado de vivir.
        -  No digas tonterías, Michelle. No me sucede nada, sólo que por un momento me pareció que no te sentías bien.
      -  Debe ser que tengo un exceso de felicidad – Rio Michelle.
       -  Eso debe ser – Retrucó Valentino y a continuación se hizo un breve silencio que pareció más largo de lo que en realidad fue.

             De inmediato el periodista aprovechó ese vacío de palabras para cambiar de tema. Mirando a Muchosnombres y al señor Destino comentó:
       -  Había invitado a Michelle a comer ¿Queréis venir con nosotros?
        -  Vale, pero pago yo – Propuso Muchosnombres.
        -  Creo que me toca a mí. La última vez me invitaste tú – Contestó Valentino.
       -  ¡No!...Tú nos invitaste a cenar a tu casa de Asturias ¿Recuerdas?
         -  Sí, tienes razón, fue la pasada Navidad. Pero eso no cuenta porque  
         se trataba de una reunión familiar.
       -  Sí cuenta – Intervino el señor Destino – Por lo tanto para que no os   
      discutáis, invitaré yo… ¿Vale?
         -  ¡Vale! – Exclamaron todos sonriendo.
        - ¿Y adónde podemos ir? – Consultó Michelle.
        - Conozco un lugar nuevo. Se llama taberna Marcano – Contestó Valentino. Y agregó – Es un pequeño restaurante donde trabaja Iria, la hija de una amiga mía. La han abierto hace poco. Queda cerca de aquí, en la calle Menorca, al otro lado del Parque del Retiro. Podemos ir caminando. Será un paseo agradable.
         -  ¿Qué tipo de comida ofrecen?
         -  Cocina casera. Platos de cuchara y tapas creativas y sabrosas. No tiene estrellas de la Guía Michelin, pero os aseguro que la comida os va a gustar. Dispone de pocas mesas, pero ahora mismo llamo a Iria para que nos reserve una.

     Una vez estuvieron todos de acuerdo y Valentino hubo llamado a Iria, salieron del departamento. Enfilaron por la calle Espalter hacia Alfonso XII, y entraron al Parque del Retiro por la puerta que da a la plaza del Parterre. Bordearon el lago por el Paseo de Venezuela hasta el Paseo del Duque Fernán Núñez. Giraron a la izquierda hasta llegar al Florida Park, y por el Paseo Panamá salieron hasta la avenida Menéndez Pelayo, justo junto a la parada del Metro Ibiza. Caminaron dos calles más y entraron a Marcano.

     Nada más llegar Iria los invitó a bajar las escaleras y los situó en una mesa que les había reservado. Después de las presentaciones, Valentino le pidió a la joven que les recomendara algunas tapas. Aconsejados por ella se decantaron por anchoas en salazón casero con sopa de tomate, tartar de atún rojo, y tarrina de foie con frutas a la plancha y confitura de limón.

     De plato de fondo Muchosnombres y el señor Destino degustaron alubias al aceite con morcilla de puerro y butifarra, Michelle un delicioso risotto de boletus, y Valentino demandó una merluza braseada con salsa de mejillones y erizos fresco.   

     Para beber, aconsejados por Iria, eligieron un tinto “Amaral Roble” de cepa tempranillo. Y de postre, todos pidieron un tiramisú que encontraron excelente.

     Cuando al terminar el postre, el señor Destino les preguntó si alguno quería café, Michelle propuso:
- Sugiero que vayamos a tomarlo a la terraza del Círculo de Bellas Artes. 

     Todos aplaudieron la idea de la chica mexicana. El señor Destino pagó la cuenta, salieron de Marcano, y en la misma calle Menorca tomaron un taxi que los llevó hasta el Círculo, emplazado donde se encuentran la calle Alcalá con la Gran Vía.

     Michelle quiso ir al Círculo porque había oído hablar mucho de él y porque sabía que era una institución muy respetada en España. Un centro que durante años era un faro de cultura y que, además, tenía una de las mejores terrazas de Madrid.

     Mientras tomaban el café, el señor Destino, a pesar de que era el causante de casi todos los hechos importantes de todos los hombres y mujeres que pueblan y habían poblado la tierra, haciéndose el niño bueno, le preguntó a Michelle sobre su vida. La chica, ignorante de la verdadera naturaleza del embaucador y encantador hombre, contó algunas de las historias fantásticas que le había contado su abuela española durante su niñez. De esta manera indirecta, Valentino se enteró de una serie de detalles de la vida de esta mujer. Con cierta inquietud se percató que la empezaba a admirar.

     Cuando la tarde empezó a empinarse, Muchosnombres y el señor Destino se despidieron. Se excusaron diciendo que tenían que asistir a una reunión programada con semanas de antelación. Mientras Michelle decía “¡Qué lástima que se tengan que ir; son encantadores!”, Valentino sonrió levemente mientras pensaba “Vayan donde vayan, seguirán con nosotros igual como siguen estando con todos los hombres del planeta”.

     Una vez se quedaron solos, sin la presencia física de Muchosnombres y del señor Destino, Valentino le propuso a Michelle que volvieran al departamento a visionar alguna de las películas de su interesante colección de neorrealismo italiano. La chica le comentó que le encantaba el plan, pero le rogó que antes volvieran a ir al Mercado de san Miguel, aquel maravilloso lugar donde la mayoría de los clientes tapean y beben vino, cava y sidra de pie.
- ¿De verdad te apetece volver? – Le consultó Valentino.
- Sí, tengo un antojo, quiero beber una caipiriña. Luego me gustaría que volviéramos a tu casa caminando, tomados de la mano. Y antes que veamos la película quiero que hagamos el amor.



jueves, 9 de agosto de 2012


Hasta los gatos, que dicen 
que tienen siete vidas, mueren.

 Capítulo 36
 Fotografía realizada por Aquiles Torres


-       ¿Un viaje adónde? – Preguntó Valentino.
-       ¡Ah!....Sorpresa sorpresa. Digamos que será como nuestro regalo de cumpleaños.
-       ¡Gracias por acordaros!
-       ¿Tienes un lugar especial donde te gustaría ir?
-       Me da igual; de ti puedo esperarme cualquier cosa, pero me fío – Comentó Valentino dirigiéndose a la bella Muchosnombres. Y agregó – Ya viajamos en el tiempo cuando estuvimos en Atapuerca, y salí indemne.
-       Y también hicimos un pequeño paseíto por el espacio cuando fuimos en busca de las puestas de sol ¿Recuerdas?
-       ¡Cómo olvidarlo! Salimos desde Valencia, durante las Fallas del año pasado.
-       Todavía recuerdo la cara que pusiste cuando comenzamos a entrar en la estratósfera – Se mofó el señor Destino.
-       Mi reacción fue la de cualquier ser humano en esas circunstancias totalmente inusuales para nosotros; nadie de mi especie hasta entonces había salido a la estratósfera a cuerpo gentil.
-       Este viajecito también será insólito para ti. Incluso quizás te sorprenda más, porque no es un lugar – Dijo el señor Destino.
-       ¿No es un lugar? No entiendo ¿Se puede ir a un lugar que no es un lugar?
-       Si yo te invito sí puedes ir a un lugar que no existe. ¿Quieres que invitemos a  Michelle? – Le consultó Muchosnombres. Y agregó – Que aproveche porque tendréis la oportunidad de conocer algo por lo que varias veces me has preguntado.
-       ¿Seguro que ella no se morirá de la impresión?
-       ¡Valentino! ¿Cómo se te ocurre mencionar la palabra 
muerte cuando hablas conmigo? – Masculló sus palabras con tono malicioso.
- La menciono porque por desgracia, para mí la muerte es una realidad inevitable. A través de los tiempos para todos los humanos ha sido y sigue siendo una gran incógnita.
-       Por la misma razón ya debieras haberte acostumbrado, Valentino. Hasta los gatos, que vosotros decís que tienen siete vidas, al final mueren. Y te puedo asegurar que hasta ahora yo no he conocido ningún gato que se queje.
-       Ya me conformaría yo con tener siete vidas como un minino.
-       ¿Por qué tanto temor? Si convivís permanentemente con la muerte.
-       Incluso así, aunque convivamos con ella, es difícil acostumbrarnos a su presencia. Probablemente por lo desconocida que es esta dama para nosotros. Quizás si me explicaras qué es morir lo vería de otro modo.
-       Oye…oye…¿Me estás leyendo el pensamiento?
-       No puedo leer tu pensamiento si tú no quieres. ¿Por qué no eres generosa e intentas explicarme lo que te he preguntado?
-       ¡La muerte y dale con la muerte! Valentino, la muerte es sólo un cambio brusco.
-       ¿Un cambio brusco de qué? No me basta tu escueta respuesta; quiero saber algo más. Siempre esquivas mis preguntas contundentes. ¿Qué sucede después de esa incógnita? ¿Qué se ve? ¿Qué se siente?
-       Creo que ya te lo expliqué en otra ocasión en que me preguntaste por lo mismo. Es una desorganización total de todas las células de la unidad que ahora eres tú, es repartirse por el universo y pasar a formar parte de muchas otras “organizaciones celulares”, es disolverse en la totalidad de lo existente, es volver a ser de una manera distinta, es encadenarse a toda la realidad de una manera diferente, es dejar de tener recuerdos y conciencia de lo que se es hasta ese momento, porque quien atraviese la frontera ya no será más lo que era. Recuerda Valentino que ser y existir es, esencialmente, tener conciencia que se es y, también tener recuerdos de lo que se ha sido. 

-       Yo no le temo a la muerte – Intervino Michelle. Y agregó – En México convivimos con ella. Desde pequeños la vemos como algo natural. Incluso en nuestro folclore existe una figura que llamamos “santa Muerte”. La representamos como un esqueleto que, se supone, es femenino. Solemos adorarla poniéndole flores e, incluso, comida y objetos de nuestra rica artesanía.
-       Y tengo entendido que a cambio le hacéis peticiones – Replicó Valentino.
-       Así es; a cambio le pedimos de todo: que nos vaya bien en el amor, y que tengamos suerte y fortuna. Incluso hay algunos que sólo le piden tener poder y más poder. ¡Ah!...también a veces le pedimos que joda a nuestros enemigos. O a aquellas personas que creemos que nos han hecho mal. Incluso a antiguos amores que nos hayan engañado o dejado de querer. 
    - Recuerdo que en una ocasión, hace varios años, una revista me encargó un reportaje sobre el concepto de la muerte en México – Comentó Valentino. 
-    Entonces estás informado de la importancia que el tema tiene para nosotros. Nosotros creemos que, cada año, nuestros difuntos regresan para pasar un día con nosotros. Para revivir todos los momentos felices que compartieron con los vivos que seguimos viviendo en la tierra.
-       Sí, recuerdo que lo que más me sorprendió es la minuciosidad en la confección de altares.
-       ¡Ah nuestros altares! En los altares depositamos ofrendas magníficas y ponemos las fotos de nuestros difuntos.
-       También me llamaron mucho la atención unos panes con apariencia de esqueletos y, sobre todo, dulces con formas de calaveras y ataúdes que, por cierto, son muy sabrosos. 
-    Chicos – Dijo Muchosnombres, mientras el señor Destino fruncía la boca para intentar que no notaran que quería soltar una carcajada - ¿Nos podemos ir ya de viaje?
-       Si es por mí, todo bien, mi comandante – Contestó la mexicana.
-       ¿Significa eso que tenemos la pista libre para despegar, querida Michelle?
-      Afirmativo, mi comandante…¡Pista libre!
-      ¿Qué vamos sentir? – Preguntó Valentino.
-      Creo que lo mejor es que tú mismo te contestes esa pregunta cuando regresemos del viajecito…¿Te parece?
-      ¡Vale!
-      Tres, dos, uno…
     Lo último que oyeron Valentino y Michelle fue la palabra “tres”. Y lo último que vieron fueron los ojos de  Muchosnombres clavados en los suyos. 
Después de un hora, Muchosnombres los hizo volver y les preguntó:      
- ¿Y qué tal? ¿Os ha gustado?
-       Ni sí ni no porque creo no hemos ido a ninguna parte – Reclamó Michelle.
-       ¿Cómo que a ninguna parte? Probablemente habéis hecho el viaje más importante de vuestras vidas. Habéis atravesado la frontera.
- ¿Qué frontera 
- La de la vida y de la muerte.
- ¡No puede ser! Pero si no hemos visto, ni oído ni percibido   nada. 
-  ¿Por qué no puede ser? ¿Porque no percibisteis una luz al final de un túnel? ¿O porque no había nadie al otro lado esperándolos? ¿O porque no visteis el infierno, el purgatorio y el cielo que describe Dante en su “Divina Comedia”? 
-       No es sólo eso, es que no nos hemos dado cuenta de nada. Creo que nos estás tomando el pelo – Reclamó Valentino bastante mosca. 
-      ¿Quieres que te demuestre que no?
-       ¿Cómo me lo vas a demostrar?
-       Michelle volverá a morir delante de ti.

     Al instante, Michelle, que estaba atenta, participando en la pequeña discusión, cayó como pollo al suelo, encima de un kilim turco de nudos simétricos.
-       ¿Qué le ha sucedido a Michelle? – inquirió Valentino sorprendido de ver a Michelle tendida, sin señales de vida.
-       Está muerta, Valentino, está muerta.
-       ¿Quéeeeeeeeeee? 
-        Está muerta, sin vida – Intervino el señor Destino.
-       No puede ser. Recién estaba bien – Entonces se abalanzó sobre ella, le presionó la arteria carótida y comprobó que no latía. Sólo entonces agregó - ¡Coño, es verdad!...pero si estaba bien, no puede morir.
-       Recién también tú estabas igual de muerto que ella.

           De inmediato Valentino dijo "Sí creo, sí creo" y comenzó a intentar revivirla haciéndole respiración boca a boca y compresiones rítmicas en el tórax, pero no consiguió nada.
-       Tranquilízate hombre, tranquilízate. Antes habéis estado exactamente una hora “al otro lado” y os he hecho volver. 
-   Por favor Muchosnombres, hazla volver - Rogó Valentino - Si quieres hazme morir a mí, pero no a ella. Michelle no conoce nuestro juego.